¿Se puede construir suspenso de la nada, tensión en el aire? Ese debería ser el tema de análisis en Solo, peculiar obra de Marcelo Briem Stamm. De hecho el director parece desafiar la convenciones del género, o de los géneros, porque si algo caracteriza esta película es la oscilación entre diferentes estructuras.
Nada es seguro en Solo, todo está en tela de duda, el espectador tiene que desconfiar de todo y saber que las vueltas de tuerca pueden ser la regla, o no, también puede ser que no suceda nada, que todo transcurra bajo los carriles de la rutina, no sabemos; a tamaño juego nos invita Briem Stamm.
La historia es tan acotada como la de un juego de seducción, hay otros personajes que aparecen, pero los principales son dos, Manuel y Julio, que primero se contactan vía chat, se conocen (¿se conocen?), se gustan, y van al encuentro cara a cara en la calle en donde la atracción (sobre todo sexual) es inmediata.
Manuel invita a Julio a su casa, pasan un tiempo juntos, la cita parece marchar por los carriles correctos, quizás alguno diría que apresurados. Pero luego las cosas comienzan a enrarecerse, se teje una suerte de relación entre ellos, Manuel quiere dar por terminada la cita pero Julio se niega, y hasta se violenta, las cosas comienzan a irse de las manos para los dos, y Manuel también comienza a actuar extraño, de mientras la relación entre los dos se va “fortaleciendo” cada vez más, como una suerte de extraña, muy extraña simbiosis, ¡hasta estan conviviendo luego de una noche? No se sabe, todo es tensión. Julio no se quiere ir, ¿Manuel quiere que se vaya?.
Hay varias cosas que aclarar en Solo, regresar a la mezcla de géneros, hay drama, hay comedia romántica, y hay suspenso, todo al mismo tiempo. También hay una suerte de erotismo que no llega a serlo, la relación entre los dos hombres es ante todo sexual, y hasta de dominación de uno sobre el otro (el tema es ver de quién sobre quién), pero estamos frente a un film de climas más que de exposición.
Sobre esto podríamos decir que es una obra de “la cultura gay”, que bienvenido sea, intenta incomodar al pacato, al que todavía no acepta las cosas como son; a diferencia de películas como Solos o Plan B, Solo provoca o bien busca su público, nadie puede estar desprevenido; Briem Stamm es un director con experiencia en la “temática” si bien esta es su primera incursión en el largo comercial.
Con un clima sofocante, y hasta exasperante, perfectamente podríamos hablar de una obra de teatro, y quizas este sea su mejor ámbito.
Tanto Patricio Ramos (Manuel) como Mario Verón (Julio) cumplen roles correctos pero acrecentan la teatralidad. si bien disimula su escaso presupuesto, es constante el encierro de paredes, los ambiente chicos y los planos cerrados, y esto aumenta ese clima enrarecido. El único inconveniente es que esta tensión no da respiro, estamos en presencia de un trabajo sofocante y para el espectador puede resultar exasperante no tener algo de certeza sobre lo que está sucediendo.
“Nunca sabes a quien metes en tu casa” reza la frase promocional, y es real y se condice con lo que vamos a ver, pero también es engañosa. Solo maneja el engaño y la confusión como pocas veces se consigue en una película, y esto es visto tanto del lado positivo como desde el exceso.