Decía André Bazin que las películas son como la mayonesa: podemos tener los mejores ingredientes pero, si no se bate bien, no cuaja. Sombras... es eso, una mayonesa mal cuajada. Liam Neeson es ideal para un Phillip Marlowe adulto (un poco como el Robert Mitchum de Adiós, muñeca, una de las mejores apariciones del personaje de Chandler en el cine, aunque Sombras... no se basa en un libro del escritor original); Diane Kruger es ideal para el personaje de la rubia peligrosa, y Neil Jordan puede hacer cosas muy feas (El juego de las lágrimas) o muy buenas (En compañía de lobos, The butcher boy, No somos ángeles). Pero el afán de que todos los tropos del noir aparezcan en esta especie de catálogo del género provoca una desintegración de la película, desde el misterio (una persona cuya desaparición desata fuerzas oscuras, un poco de El largo adiós, otro poco de La hermana menor, otro cachito de...) hasta los personajes. Una pena: Marlowe requería un batido más enérgico.