En Sombras de un crimen (título muy impersonal para Marlowe), encontré aquel viejo placer de las películas clásicas de detectives.
Aquellas que supieron brillar en Hollywood y que hoy solo son parodias.
Aquí se homenajea y repiíte ese espíritu a través de un cautivador relato de misterio, corrupción y traición a la vieja escuela.
La dirección de Neil Jordan, quien en su momento nos regaló El juego de las lágrimas (1992) y Entrevista con el vampiro (1994) pero que luego su carrera no voló tan alto, es buena y nos presenta una estética cinematográfica vibrante y estilizada que se ajusta perfectamente a la historia.
Construye muy bien la tensión, de menor a mayor.
Pero por su puesto que el gran atractivo del film es Liam Neeson, quien aquí ofrece una interpretación magistral como Marlowe, retratando a un detective cínico, astuto y lleno de humor negro. Incluso, por breves lapsos, conserva un poco su impronta de anti héroe de acción.
En resumen, Marlowe es una película entretenida y una buena oportunidad para presentarle a un público nuevo una simple muestra del cine que ya no existe.