Perdidos en Los Angeles
Ganadora del León de Oro de la Mostra de Venecia 2010 y elegida como apertura del Festival de Mar del Plata, esta nueva película de la talentosa directora de Las vírgenes suicidas, María Antonieta, la reina adolescente y Perdidos en Tokio describe con una apuesta tragicómica las desventuras de un excéntrico galán de Hollywood y la relación con su hija preadolescente.
Aclaro que me gustaron mucho las tres películas previas de Sofia Coppola y que disfruté bastante de la visión de este cuarto largometraje suyo, pero al mismo tiempo me pareció un film algo calculado, un poco impostado, demasiado cool, al que se le notan bastante las "costuras" y que repite un poco la fórmula de Perdidos en Tokio (es una suerte de Perdidos en Los Angeles).
Es cierto que, para los estándares actuales del cine comercial norteamericano, Somewhere, en un rincón del corazón es una película árida, audaz, casi experimental (los atisbos de humor más convencionales son inmediatamente cortados con pasajes de una sequedad brutal y tiene un tono casi minimalista), pero Sofia se ha creido demasiado el lugar de directora indie-fashion y, en esta mirada algo sobradora sobre las miserias, banalidades, absurdos y vacío del star-system de Hollywood, por momentos (véase la escena de la conferencia de prensa) se va al otro extremo y resulta algo patética.
De todas formas, esta incursión en la intimidad de una estrella de cine llamada Johnny Marco (Stephen Dorff) y la relación con su hija de 11 años a la que casi no ve y menos entiende (notable aporte de Elle Fanning) tiene pequeños-grandes momentos, una puesta en escena llena de ideas, recursos narrativos muy creativos y observaciones entre graciosas y punzantes.
Si en Perdidos en Tokio apelaba a un hotel nipón hipermoderno como locación principal, aquí la hija del gran Francis Ford concentra buena parte de la acción en el legendario Chateau Marmont de Los Angeles. Allí, Johnny -con su brazo enyesado, las exigencias del estrellato y las carencias afectivas que lo aquejan- intentará conectar con Cleo, en medio del desenfreno sexual, de la superficialidad y de la fugacidad de su vida.
Un film lleno de ingenio y de talento, es cierto, pero no del todo convincente. Por lo menos, no lo suficiente como para hacerse merecedor a uno de los reconocimientos más importantes del cine mundial como el León de Oro de Venecia. Igual, vale la pena acercarse al íntimo, desafiante y en varios pasajes cautivante universo cinematográfico de Sofia.