Contemplativa y aburrida mirada sobre la fama
¡Qué misterioso es el cine y cuánto más el ser humano! No dejo de pensar cuánto me gusta el cine contemplativo, ese en el cual parece que no pasa nada. Pienso en incontables títulos que me han fascinado como El Custodio, el cine de Martel con su Ciénaga o la misma Shirin que tanto nombro últimamente. Sofía Coppola es una de esas jovenes directoras que con apenas 4 títulos en su haber- sacando los cortos de la lista- ha dado que hablar y tiene sus adoradores y detractores, un poco como todos los directores en sí. Pero en su caso mucho se le ha machacado esa cadencia de imágenes casi estáticas y de escenas silenciosas que acompañan historias donde los protagonistas vagabundean por una vida aparentemente vacía. Somewhere en este sentido no es algo muy distinto. En esta última cinta, Sofía nos presenta la vida de un popular actor de cine que no encuentra su lugar en el mundo, vive sumido entre mujeres, festicholas y momentos de soledad en los que no sabe qué pomo hacer y su vida parece una pista de carreras que da vueltas y vueltas sin llegar a ningún lado, como la genial escena con que abre el film, el primer símbolo obvio de toda la cuestión. Entonces, me pregunté a mi misma cuando llegaron los créditos finales (o quizá bastante antes) : ¿por qué adoré films como los que mencioné antes y detesté este? ¿por qué si a mí Coppola me encanta y la considero una muchacha que ha sabido sacarse de alguna manera el peso de su apellido haciendo cosas con una marca personal, logró que me aburriera como un hongo?
La respuesta podría ser variada, pero diría básicamente que esta vuelta Sofía no me contó nada de forma extraordinaria. Dentro de su sencillez extrema, el film tiene unos cuantos momentos interesantes que siempre terminan siendo elisiones de otros momentos que no acaban de cerrarse. Si a eso le agregamos que utilizó unos cuantos tópicos recurrentes en esto de las estrellas de existencias vacuas, cartón lleno. Como espectadora me sentí inundada de una ansiedad suprema por ver reaccionar al protagonista de alguna manera, que pasara algo de alguna maldita vez y que al menos hubiese un diálogo, al menos uno solo, que valiera la pena ya el visionado entero. Y cuando parece que ese momento llega, tenemos a un hombre que se pone a llorar- muy convincentemente eso sí- con frases hechas del tipo: No soy nada, no soy ni siquiera un hombre... WTF?
Si puntualizo un poco más, me quedé con la sensación que Sofía utilizó grandes espacios de tiempo en escenas obvias- como las bailarinas de caño o los momentos de soledad del actor- y apuró la narrativa de otras que de ahondarse un poco más hubieran sido estupendas- como los momentos que pasa con su hija y el después de esos "días de felicidad". Así, los casi primeros 40 minutos de esta hora y media de film, salen sobrando por su interminable dilación.
Así y todo hay que reconocer que la joven Coppola tiene un manejo de cámara y de la escena excelente. La fotografía y las tomas, largas sí, pero muy bien hechas, son una delicia y la elección de la maravillosa Elle Fanning en la piel de la hija de este inmaduro protagonista, es inmejorable. Su delicadeza y la madurez nada exagerada que demuestra en contraposición con su padre, es lo mejor del film sin dudas y la escena de la pileta, en que simulan tomar el té, la más lograda de todas.
Asique ya están avisados, es un film lentísimo, con un final de esos que dan ganas de rasgar la pantalla con una vitorinox a pesar de haberse hecho con un León de Oro el año pasado.