Vacuidad y glamour
Tras su experimento cinematográfico con María Antonieta, film que cosecha adeptos y mayormente detractores, Sofía Coppola vuelve con Somewhere, en un lugar del corazón a transitar los caminos de la introspección y de la mirada lúcida sobre sus personajes. En esta película prevalece la cadencia de Perdidos en Tokio, así como la búsqueda estética más adecuada al estilo de la realizadora con una fuerte presencia de la banda sonora a cargo del grupo Phoenix (cuyo líder es pareja actual de la cineasta).
Con una cámara que no atosiga, de movimientos leves pero siempre concentrada en la soledad del protagonista, la directora se va sumergiendo en el detrás de escena de lo que podría denominarse el derrotero de una estrella Hollywoodense: Johnny Marco (sorprendente actuación de Stephen Dorff).
El actor acaba de terminar de filmar una megaproducción y debe cumplir las obligaciones típicas para promocionar el film, mientras atraviesa una crisis personal que pretende ocultar a través de los hábitos de la fama: manejar su Ferrari negro en círculos; llevarse todos los días una mujer diferente a la cama; esconderse de fotógrafos y autos imaginarios que lo persiguen. Sin embargo, la llegada de su hija Cleo (excelente desempeño de Elle Fanning) por un lado lo conectará nuevamente con su verdadera historia personal y por el otro acentuará su conflicto existencial, que emerge de las sombras cuando las luces del éxito y las máscaras del glamour se van derritiendo.
También responsable del guión, Sofía Coppola consigue equiparar la austeridad de los diálogos, precisos y no explicativos, con un tono pausado en la dirección abriendo espacios a los tiempos muertos pero sin recaer en una atmósfera densa. Y eso lo logra simplemente por saber dirigir a sus actores; por darles la libertad para que se adueñen de la película como sucede con Stephen Dorff cuando a partir de un limitado conjunto de gestos y acciones logra transmitir mucho más que en los momentos donde debe soltarse hacia el drama. Elle Fanning lo hace todo más fácil con una personalidad avasallante y una madurez actoral asombrosa que en el futuro seguramente aflore como proyecto de gran actriz.
Puede pensarse que esta obra de la hija del director Francis Ford Coppola se nutre tangencialmente de sus propias experiencias como hija de un padre ausente porque en definitiva Johnny Marco lo es en alguna forma. No obstante, quedarse únicamente con esa impresión sería injusto dado que la película en sí misma también puede analizarse como un reflejo distorsionado del universo Hollywoodense y sus radicales códigos que terminan fagocitándose a sus propias criaturas, personas de carne y hueso que juegan a ser otras constantemente y que sufren cuando el juego termina siempre siendo el mismo.