Torrentes de Amor
Ahora sí empezó el Festival de Mar del Plata. Alfombra roja, lunch abundante, presencia del jet set argentino (pero con figuras menos relevantes a comparación del año pasado) y por supuesto los discursos inaugurales, a cargo del Intendente Pulqui, el Gobernador Daniel Scioli, la Presidenta del Incaa, Liliana Mazure y por supuesto, el Presidente Artístico del Festival, el Gran Maestro José Martinez Suárez. En una ceremonia austera y protocolar, el Presidente hizo gala de su buen humor. No necesitamos conductores, José sigue siendo el más divertido.
Después de hacer un comentario con doble sentido sexual, aclaró: “Se sospecha que quieren que esté para las Bodas de Oro (este año se celebran las Bodas de Plata del Festival) y haré lo posible para que así sea”.
Tras ver un corto en el que se homenajeó la historia del cine nacional desde su primera película muda acerca de la Revolución de Mayo hasta mostrar fragmentos de Nueve Reinas, Un Oso Rojo, Dos Hermanos, y por supuesto, El Secreto de sus Ojos, se dio pie a la función de Apertura.
La elección de este año fue nuevamente un film “independiente” estadounidense. Recordemos que el 2008 inauguró con Vivir al Límite de Kathryn Bigelow y en el 2009, Un Hombre Serio de los hermanos Coen (ambas compitieron irónicamente este año por el Oscar, triunfando la primera). Ambas, en lo personal, me resultaron excelentes películas, que superaron al 80% de las participantes en el Festival.
Este año, posiblemente se haya bajado un peldaño, aunque nuevamente se trate de una elección muy acertada.
La película en cuestión fue Somewhere, en un rincón del corazón. Cuarta obra consecutiva de Sofia Coppola.
Nuevamente la hija de Francis Ford hace hincapie en sus dos principales obsesiones: la soledad en personas que tienen TODO servido en bandeja, y la relación padre – hija.
Si bien esta vez, estos aspectos ocupan mucho más el primer plano a comparación de Perdidos en Tokio o María Antonieta, y con menos pretensiones artísticas que ambas y Las Vírgenes Suicidas, Sofía hace su película, en apariencia, más improvisadas y desestructurada, buscando incesantemente darle un sentido a la vida de su alter ego, Johnny Marco, una mega estrella internacional (como Bill Murray en Perdidos), recluido en un hotel de modelos y actores (hay un cameo de uno interpretándose a sí mismo), enyesado, playboy y mujeriego interpretado con un naturalidad, calidez y austeridad digna de una nominación al Oscar por el subvalorado Stephen Dorff. Johnny, además debe viajar para dar conferencias, recibir premios, hacerse moldes para efectos especiales… O sea todo lo que hace un actor cuando no está filmando. El resto es demasiado tiempo libre... para hacer nada, y cuanto más inútil es el personaje más pierde su identidad. No importa cuantas mujeres se le tiren encima, Johhnny es triste, solitarios y final. Hasta que llega Cleo, su hija, y previsiblemente le cambia la vida… y él a ella.
Durante 85 minutos de los 95 que dura, Sofia Coppola (quien quedó marcada por la falta de atención que le brindó su padre, y quizás por esa culpa interna Francis produjo esta obra) construye una comedia dramática, lacónica, meláncolica, filosófica y existencialista, menos obvia, previsible y más austera y sutil que Perdidos en Tokio, película con la que tiene mayor similitudes. La sencillez y la química de Dorff/ Elle Faning (mejor actriz que Dakota) es excepcional, pilares de la obra, pero también lo son el timing lento pero no aburrido, y la estética elegida. Similares a las que usaba el setentosos John Cassavetes o Hal Ashby. La elección de colores, la cámara fija, el uso del fuera de campo, la falta de explicación. Como si todo se tratara de un viaje improvisado. Además parece notarse cierta influencia de Torrentes de Amor (1984), la última y mejor película de Cassavetes, donde como en el resto de su filmografia, insistia en explicar la busqueda de amor, en relaciones no del todo ortodoxas. En este caso, el amor fraternal, sin que esto se relacione con lo incestuoso. Pero en Torrentes… lo que era muy interesante era la relación entre este actor alcohólico difícil de tratar (Cassavetes) y su sobrino. En Somewhere, sucede algo similar con la relación Johnny – Cleo.
En los últimos minutos, sin embargo, Coppola hace explícito aquello que no hacía falta explicar, y el final, un poco complaciente con el espectador, no dan pie a que el mismo pueda sacar conclusiones más amplias. Un desenlace más abierto hubiesen dado como resultado un riesgosa obra maestra.
Igualmente, estamos ante una obra reflexiva y madura de una directora que decide contar siempre lo mismo, pero desde ángulos distintos: personajes perdidos… no en sentido diegético o dialéctico, sino figurativo existencial. Perdidos en la vida. Sin identidad.
Siguiendo los pasos del padre, además, Sofía hace una gran sátira a la fama, los premios y la industria del cine. Se destaca la banda sonora, donde se hace mucha referencia a la soledad.
Si bien no se trata de una película mayúscula (el León de Oro en Venecia fue un poco exagerado), está más que justificada su elección como Función de Apertura del 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.