No es fácil hablar de esta película. Por un lado es una comedia que apela a todos los lugares comunes conocidos del género, con chistes físicos y de lenguaje, conocidos y obvios. Entrenador de básquet machista preponte y camorrero que por conducir borracho deberá hacer trabajo social y le toca para su horror un equipo de muchachos con capacidades diferentes que él claramente discrimina. Y a partir del trato con ellos aprenderá a ser mejor persona. El tema es que el film tiene por elevación una intensión de integración constante, y una manera de usar un humor grueso, nada imaginativo, pero que cumple con creces con la necesidad de dejar los prejuicios de lado. Y por sobre todo darnos cuenta que los verdaderos discapacitados somos nosotros, los supuestamente “normales” que a cada paso escondemos una discriminación agazapada en muchísimos momentos de nuestra vida cotidiana: por etnia,, religión, genero, poder, edad y siguen los rubros. Los actores que participan del equipo de “los Amigos” son no profesionales pero poseedoras de un encanto y una entrega que conmueven constantemente. El director Javier Fesser, co guionista con David Marques, no innova, resuelve con lo esperado, con lo ya visto, con el trazo grueso, pero tiene el film momentos memorables que reivindican la película y a esos protagonistas inolvidables.