Posiblemente éste sea uno de los filmes más hollywoodenses realizados en España, y esta cuestión es la que termina explicando su elección para representar al país Ibérico en la próxima entrega de los premios “Oscar” en la meca del cine. No era esperable dado que quien aparece como responsable final de esta producción, el director Javier Fesser, el mismo que hace 20 años irrumpiera con ese genial “El milagro de P. Tinto” (1998), luego refrendado, a medias, claro, con “La gran aventura de Mortadelo y Flemono” (2003).
La primera secuencia, la de presentación del personaje, hacia preveer otra cosa muy distinta a la que termina siendo. Estábamos frente a un texto políticamente incorrecto, desprejuiciado, y sin temor a ser juzgado, con toques de humor encuadrados en el mismo tenor, pero siempre leales. mPersonaje presentado y construido a partir de la incorrección, para luego desde el desarrollo de la historia y el suyo propio desdibujarse, hasta llegar a ser un filme que destila corrección tanto estructural como rítmica. Utilizando además de manera bastante manipuladora la banda de sonido, la música, específicamente empática y empalagosa, que hace énfasis señalando los momentos emotivos
Esto empieza a suceder cuando Marco (Javier Gutierrez), luego de insultar a un discapacitado mental en sus labores de vender ticket de estacionamiento, que le hace cumplir con lo reglamentado, se pelea con el primer entrenador del equipo de básquet, siendo su segundo, y en medio de un partido, ser despedido, manejar borracho, llevarse por delante a un patrullero. Todo termina con nuestro héroe es obligado a saldar su deuda con la sociedad a través de actos de reparación cumpliendo tareas de bien público o social..
El quiebre se produce cuando nuestro héroe deberá desempeñarse en las funciones de entrenador, pero de un equipo de básquet conformado por personas discapacitadas mentales. De la primer reacción de rechazo absoluto a lo que vendrá, incluyendo el hecho de recordar cómo fue discriminado por ser muy bajo para este deporte, hay sólo un paso, transitado por lugares comunes.
Protagonizado por personas discapacitadas en la vida real, haciendo todos su debut actoral, al mismo tiempo que son seleccionados por portación de rostro. ¿Loable? ¿Contradictorio?
Lo peor es que termina por utilizar como motor aquello mismo que intenta denunciar, lo que produce el humor que necesita un filme instalado en una comedia con tintes de lecciones de vida. Situación que aparece cuando se lo intenta instalar al protagonista en el lugar de también haber sufrido discriminación, esto dicho por su propia madre, con la que ha vuelto a vivir a partir de la ruptura con su pareja. Ella se encuentra viviendo su cuarta década de vida, quiere ser madre, con el riesgo que eso conlleva. Esta será la subtrama sin demasiado peso específico en tanto elemento narrativo que es utilizado, o al menos eso intenta, avanzar el relato.
Claro que da lugar a proponer la disyuntiva de que es ser “normal”, como así también una de esas frases sacadas de libros de autoayuda, cuando uno de los integrantes del equipo le dice, “yo tampoco quiero un hijo como yo. Pero si me hubiese gustado tener un padre como vos”, sólo como un ejemplo por lo que el filme termina siendo no apto para diabéticos.
Calificación: Regular (Héctor Hochman)