El más reciente trabajo de Hirokazu Koreeda (“Después de la Tormenta”, “Nadie Sabe”), aclamado por la crítica y por el público, logró el máximo reconocimiento en el prestigioso Festival de Cannes. Luego de la obtención de la Palma de Oro, se perfila para seguir de racha en la temporada de premios logrando una nominación a los Globos de Oro y probablemente también obtenga un lugar en los Oscars para representar a Japón en dicha entrega.
Después de ver la nueva película de Koreeda, podemos comentar que realmente es uno de sus mejores trabajos a la fecha (o al menos de sus últimos relatos) y que merece todo tipo de distinción por su extrema sencillez, sensibilidad y compasión para seguir profundizando en la familia y en los lazos afectivos, uno de sus temas recurrentes, desde una mirada bella y desgarradora al mismo tiempo.
El largometraje cuenta la historia de Osamu (Lily Franky) y su hijo, Shota (Jyo Kairi), los cuales se encuentran con una niña (Miyu Sasaki) en mitad de la noche durante una helada de invierno. Al principio, y después de ser reacia a albergar a la niña, la esposa de Osamu, Nobuyo (Sakura Andô) aceptará cuidarla cuando se entere de que su madre la maltrata y no quiere tenerla. Así es como la pequeña Yuri se une a una familia disfuncional compuesta no solo por Osamu, Shota y Nobuyo sino también por la abuela y matriarca del clan, y Aki, la tía que se gana la vida como stripper. Todos viven en la pequeña y precaria vivienda que los alberga. Aunque la familia es pobre y apenas gana suficiente dinero para sobrevivir a través de sus respectivos trabajos, y pequeños robos a supermercados que organiza Osamu junto a los niños, parecen vivir felices juntos, hasta que un accidente imprevisto revela secretos ocultos, poniendo a prueba los lazos que les unen.
Adelantar más sobre el argumento sería un crimen, ya que la cinta va desarrollando su historia de manera progresiva y acompasada, apoyándose más que nada en este gran elenco que brinda interpretaciones loables e inspiradas para componer un relato sumamente interesante e intrigante que posee varias capas.Por un lado, se encarga de realizar una crítica social sobre estos individuos olvidados y marginados por la sociedad de una forma totalmente realista y sin caer en sensiblerías mundanas y corrientes. Por otra parte, Koreeda intenta presentar los hechos sin buscar la habitual corrección política o simplista de separar lo que está bien de lo que está mal. El autor nipón se apoya en los personajes para mostrar sus virtudes y defectos de igual manera sin descuidar su profundo e inteligente mensaje sobre la familia. Si bien es un tema habitual en la filmografía, en esta ocasión lo resuelve con mayor oficio y contraste dando aspectos tanto positivos como negativos.
Algunos dicen que la familia no se elige y Koreeda toma esa tesis para desarmarla y retorcerla desde un punto de vista reflexivo, alcanzando de esta forma la creación de una obra maravillosa, sensible, humanista y melancólica. Un film lleno de momentos memorables que pasa de la risa al llanto con toda la complejidad que la vida misma presenta.
Por el lado de los aspectos técnicos, contamos con su habitualmente virtuosa puesta en escena que nos presenta ese seno familiar convulsionado representado en la menesterosa casa pero a la vez en ese acogedor hogar que conformó esta familia. En cuanto al sonido, desde lo musical Haruomi Hosono capta a la perfección la esencia del relato erigiendo una banda sonora minimalista y funcional a lo que se nos muestra.
“Shoplifters” es una película llena de sensaciones diversas, que se reflejan en la sensibilidad de la dirección de Koreeda, en las sentidas interpretaciones de sus actores y en lo bellamente angustiante de su historia. Un film realmente disfrutable que hace gala de una falsa simpleza para expresar todo lo que se propone su autor con su sello característico.