Lo más desafiante de Somos una familia, de Hirokazu Koreeda, radica en propagar discretamente sospechas sobre el origen de la familia y la propiedad. Los protagonistas viven robando pequeños objetos propios de la necesidad cotidiana y alguno que otro indispensable para un grato momento de ocio, como una caña de pescar. El plural protagónico es pertinente, en tanto que el rol principal está conformado por una anciana a la que todos llaman abuela, una pareja, una tía y dos niños.