Vemos como una familia disfuncional y pobre hospeda a una niña Yuri Hojo (Miyu Sasaki), que anda sola por la calle, sin darle parte a nadie, ellos le dan cariño, ahí está Nobuyo (Sakura Andō), una luchadora, una madre que intenta que todos estén bien, la hija mayor Aki Shibata (Mayu Matsuoka), trabaja en un club, una abuela (Kirin Kiki) que recibe una pensión, Shota Shibata (Jyo Kairi) hijo y padre de familia, que hace lo que puede, ambos hacen pequeños robos de comida para subsistir.
El estupendo cineasta japonés Kore-eda (“De tal padre, tal hijo”) vuelva a tocar los temas relacionados con la familia, humanizando a los personajes, con una fuerte crítica social, como son los hogares en la intimidad y que le enseñan sus padres a sus hijos, además nos habla del maltrato infantil, la prostitución, cuando se roba para comer, entre otros temas. La trama para algunos espectadores puede resultar un poco lenta porque se detiene en distintos planos que enaltecen al film.
El largometraje fue ganador de la Palma de Oro de Cannes 2018 y tiene aspiraciones de conseguir el Oscar 2019 a mejor película de habla no inglesa.