Adam Sandler es un tipo tozudo. Da la impresión de que cuando algo se le pone en la cabeza, se calza las orejeras y le mete para adelante cueste lo que cueste. Porque si se toman en cuenta sus últimas apariciones delante de cámara, parece embarcado en una carrera por hacer películas cada vez peores, y lo está logrando. Con el aterrizaje en las salas locales de Son como niños 2, se tiene al alcance de la mano la muestra necesaria para esta última afirmación.
Esta comedia parte de la misma premisa que su antecesora. Recordemos que en la primera entrega, un grupo de hombres se reúne un fin de semana después de un largo tiempo porque un entrenador de sus años juveniles falleció. En ese reencuentro se desencadenan situaciones que pretenden justificar el título, es decir la supuesta gracia de ver a los adultos hacer una maratón de giladas. En esta secuela, Lenny, el personaje interpretado por Sandler, regresa a su lugar natal y pasa exactamente lo mismo. Son como niños 2 es una interminable (en el sentido de pesada) sucesión de morisquetas, gags que de tan gastados no causan ni gracia y un guión que no tiene ni ton ni son. Queda claro que la única razón por la que se filmó un engendro de esta naturaleza tiene que ver con los más de 150 millones de dólares que recaudó la cinta anterior. Si el norteamericano promedio consume estas cosas, allá va Sandler (también productor) para hacer lo que el público quiere.
Equipo sin control. Una de las cuestiones que llama la atención cuando se revisa el elenco, es la cantidad de nombres rutilantes de la comedia americana que se han prestado para esta producción: el mencionado Sandler, Kevin James, Chris Rock, David Spade y Salma Hayek, a los que se suman un eficiente y a estas alturas veterano Steve Buscemi, María Bello y Maya Rudolph. Pero este verdadero equipo de estrellas va a los manotazos los 100 minutos en que se extiende el filme, y nadie parece estar demasiado seguro sobre qué es lo que se tiene que hacer.
Al margen de que se trata de un rejunte de los estereotipos más llanos (hombres por aquí y mujeres por allá, el marido quejoso, el tipo que quiere salir de la rutina familiar para convertirse en bestia por un rato), Son como niños 2 no tiene un planteo, no tiene rumbo. Es sólo una excusa para ver a un grupo de amigos divertirse (ellos, no el público) por un rato, algo que supo hacer bastante mejor Ben Stiller con Una guerra de película. Por lo que se lee en los portales de Internet, esta secuela ya tiene su costo salvado y apunta a otra gran recaudación en los Estados Unidos. En este aspecto, es innegable que en la factoría encabezada por Adam Sandler saben hacer bien las cosas. Cabe esperar que si se les ocurre realizar una tercera parte, por aquí se tarde el mayor el tiempo posible en llegar.