Salgan al sol, idiotas
Cinco amigos de la infancia se reunen luego de treinta años en el funeral del entrenador que les hizo ganar un campeonato de basquet cuando eran chicos. Cada uno hizo su vida, a algunos les fue bien, a otros no; lo importante es que tienen la oportunidad de estar juntos por un fin de semana, en una casa de campo y revivir los viejos tiempos. Claro que no están solos, sino con sus familias, donde no faltan chicos que viven pegados a sus celulares sin idea de lo que es jugar al aire libre.
El marcado contraste que se muestra entre lo que los padres y los chicos consideran apropiado para divertirse y pasar el rato, vale en definitiva para exhibir la moraleja del filme.
Haciendo base en el humor simplón y escatológico que la comedia estadounidense ha dado en los últimos veinte años, desconociendo así el legado de décadas de comediantes ingeniosos, Adam Sandler se pone a la cabeza de un elenco contemporáneo a él, moldeados desde el "Saturday Night Live", algunos más graciosos que otros, pero todos tocando la misma cuerda. Y eso es justamente lo que hace que, con todos sus defectos, este filme funcione.
Gags a repetición, situaciones creadas como bolas de nieve que a veces rematan efectivamente, y ninguna pretención extra más que la de ofrecer un pasatiempo efímero, son suficientes razones para que el lector tome la decisión por su cuenta y riesgo. No hay sorpresas en esta película, apenas un puñado de comediantes que están a años luz de ser lo mejor que haya dado Hollywood, pero que tal vez puedan arrancar alguna sonrisa.