Más reblandecido que nunca, Adam Sandler vuelve a cargar las tintas con una comedia malograda donde quedan expuestas las carácterisicas de su estilo, que mezcla chistes tontos con algo de irreverencia y un elenco de comediantes amigos bastante desaprovechado. Salvo algunas esporádicas escenas con el protagonismo absoluto de Kevin James, quíen a la hora del humor fisico se lleva los aplausos, sumada alguna intervención inteligente de James Spader -otro de los amigos incondicionales de Sandler- el film nunca alcanza el vuelo esperado y rebosa de sentimentalismo y cursilería que se acentúan promediando el final.