No sé qué pretenderá usted, lector/a, al posar sus ojos sobre esta crítica. ¿Una crónica acerca de lo que ocurre en la pantalla mientras usted y su(s) hijo(s), sobrino(s) o primo(s) o nieto(s) devoran el pochoclo en la sala de cine, y Jim Carrey hace de las suyas como el malvado Robotnik contra Sonic?
Sepa que no, no hace falta haber sido uno de los pocos espectadores que llego a ver la primera Sonic -estrenó el 13 de febrero de 2020, poco antes de que los cines cerraran, ¿se acuerdan?- porque todo aquí es razonablemente entendible.
Robotnik es el némesis del erizo que brilla de azul, que llega de otra dimensión y que utiliza -el erizo- unos anillos dorados con los que va y viene donde quiere. Además de tener una velocidad, sí, claro , sónica.
La precuela arranca donde terminaba la primera, con Robotnik ansiando regresar a la Tierra en vez de estar en el planeta Hongo, adonde -ah, sorpresa- llega otro némesis de nuestro héroe (Knuckles), que también tiene cuentas pendientes con él. Es un equidna rojo, fortísimo, y juntos vendrán a nuestro planeta para vengarse de Sonic.
Por si no vieron la primera, el erizo azul ha sido arropado como un hijo adoptivo, -casi como sucedía con Stuart Little- por el policía Tom (James Marsden, el príncipe Edward de Encantada) y su esposa Maddie (Tika Sumpter). Son los Wachowski. Y no, pese a su mismo apellido, no tienen nada que ver con quienes dirigieron Matrix.
Y menos con Mike Wazowzki, de Monsters, Inc.
Divagues al margen -cosas que uno tiene tiempo de pensar mientras ve Sonic 2-, y como algo tenía que pasar para que Sonic estuviera separado de Tom y Maddie, estos últimos se van de Green Hills y viajan a Hawaii, al casamiento de Rachel (Natasha Rothwell), la hermana de Maddie que no se llevaba tan bien con Tom.
Bueno, al fin de cuentas uno no entiende bien por qué hay dos líneas argumentales tan desparejas en Sonic 2, pero eso seguramente será lo de menos.
Traigan más personajes
Faltaba mencionar a dos personajes secundarios, uno más importante que el otro. Del lado de los personajes animados, y para terminar el arco de los colores primarios tradicionales (Sonic es azul, Knuckles, rojo) está Tails, una zorra con dos colas, amarilla, que llega al socorro de Sonic, desde algún lugar.
Y del lado de los malos, está Stone (Lee Majdoub), que siente devoción por Robotnik, algo que va más allá de recrear su rostro con la espuma del café.
Esto es una comedia, Carrey estaba pasado de rosca ya antes de que le preguntaran por la cachetada de Will Smith, el humor es simple, efectivo, slapstick (físico) y con algún juego de palabras que en la traducción se pierde. Pero eso tampoco importará mucho.
Y ojo que en algunas salas en alguna función nocturna se proyecta la versión original, subtitulada. Y allí podrán escuchar a Jim Carrey, pero también a Ben Schwartz prestándole la voz a Sonic, o a Idris Elba, la de Knuckles.
Y atención, que el director Jeff Fowler está estrenando una nueva película animada con La Pantera Rosa. Están avisados.