No tenía demasiado sentido el primer film de Sonic, pero la presencia de Jim Carrey era al menos un motivo de curiosidad. Esta secuela del live-action basada en el videojuego de SEGA sobre un erizo de color azul no empieza de manera tan irrelevante como la anterior y adquiere un buen ritmo en la primera parte. Pero aun así, y por motivos difíciles de establecer, alarga la historia hasta convertirse en un largometraje de casi dos horas. Claramente es demasiado y pierde esa energía inicial. Vuelve Jim Carrey (desde el 2016 sus únicos roles en cine han sido en esta franquicia) y como en todas las secuelas, hay más personajes, más acción y los efectos visuales se han ordenado un poco con respecto a la anterior. Aun así el resultado es pobre y demasiado largo, lo que pudo ser una rápida y divertida película pasa a la lista de los films sin estilo ni importancia. Eso sí, los fanáticos de los videojuegos descubrirán mil referencias. Qué se diviertan, si pueden.