Sonic

Crítica de Fernando Alvarez - Clarín

Sonic, personaje surgido de la franquicia de videojuegos de Sega, irrumpe en la pantalla grande en esta divertida propuesta que combina animación y acción en vivo. Un desafío a la hora de trasladarlo a otro escenario y con un diseño que incluso sufrió cambios antes de su lanzamiento.

El filme es una travesía de aventuras que no deja nada librado al azar y en la que el humor se coloca en primer plano. El erizo azul más rápido del mundo se ve obligado a abandonar su isla y llega al pueblo de Green Hills, donde intenta integrarse a las costumbres terráqueas cuando conoce a Tom (James Marsden), el sheriff que sueña con ser un policía de San Francisco y cambiar su vida. La propuesta funciona como una versión moderna de E.T., en la que prevalecen la importancia de la amistad, el regreso al hogar y la recomposición familiar.

Con esta premisa, la película de Jeff Fowler tiene los ingredientes pensados para atrapar al público de corta edad y con algún guiño para el público adulto que recuerda a Volver al futuro. La historia es simple y efectiva con este ser extraño y dulce que espía desde la ventana el calor del hogar y con un televisor de fondo que emite Máxima velocidad, la película con Keanu Reeves.

Hay un toque de nostalgia al comienzo (Sonic es salvado por Garralarga, el ave que lo crió y corre peligro); hay aventuras potenciadas por el poder extraordinario de la velocidad que desarrolla, y la fantasía también aparece gracias a unos anillos mágicos que permiten pasar a otros mundos. Con un flashback inicial, la película ofrece persecuciones (con el eco de temas de Queen), tiroteos, peleas de salón, y hasta visitas fugaces a París, la Muralla China y las Pirámides de Egipto.

Apodado por sus enemigos como el Demonio Azul, Sonic es considerado una rareza en el pueblo y es perseguido por un “agente” contratado por el gobierno, el Dr. Robotnik (Jim Carrey), el villano ultra tecnológico y extravagante, dueño de un extraño bigote, que se lanza sobre sus rápidos pasos.

Jim Carrey aporta un registro de caricatura, baila, interrumpe al resto y sus morisquetas quedan nuevamente como su marca registrada. Su risa enloquecida quizás abra la puerta para una continuación...