Otro video juego que se adapta a cine. Loable riesgo si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de estas jugadas salió mal y se han ganado un gigantesco Game Over en la taquilla. Ejemplos Sobran. Super Mario Bros (1995), Street Fighter (la de Jean Claude Van Damme, 1995), Doom (con Dwayne Johnson, 2005), Asassain’s Creed (2016) y Prince of Persia (2010) por mencionar algunos productos olvidables. A otros, los menos, les fue bastante bien como la saga de Resident Evil o la de Clash of the Titans aunque sin estridencias significativas en los números. Rindieron, punto. En casi ningún caso se vio beneficiado el cine y es que hasta ahora, no se ha logrado el equilibrio entre entender estos productos como excusas para los fans y el hecho de realmente no tomarse todo tan en serio y solemne.
Algo de esto último es la premisa con la cual se aborda Sonic, la película y en esa apuesta, más que los fans del video juego creado por SEGA en 1991 para competir con el producto estrella de Nintendo, Mario Bros, saldrán ganando quienes no lo conozcan (si queda alguien que todavía no). Hay que decirlo, al menos en lo concerniente al cine, este erizo salió ganando.
En la introducción vemos un bólido azul perseguido por otro rojo por las calles de San Francisco. La imagen se detiene en un plano entero de Sonic, un erizo azul de pelo puntiagudo que le explica al espectador que lo están persiguiendo y que si queremos saber más debemos retroceder unos años. Literalmente, como rebobinando un viejo VHS, vamos a un planeta en donde este ser habitaba. Salvado de sus perseguidores por una lechuza que le otorga anillos con los cuales desdoblar el espacio tiempo, nuestro dibujito (mezcla de Pitufo con Astroboy) se escapa a nuestro planeta Tierra y se esconde durante muchos años en un pueblito cuyos habitantes termina conociendo de memoria. En especial a Tom (James Mardsen) un alguacil local que sueña con salir de su pueblo para realmente salvarle la vida a alguien. El inevitable encuentro ocurre y estos dos que aparentemente no tendrían nada que ver, terminan uniendo fuerzas y amistad para escapar y derrotar al Dr. Ivo Robotnik (Jim Carrey), agente del gobierno especializado en tácticas y armas sofisticadas pero a su vez un freak de la tecnología.
Más que la dirección del debutante Jeff Fowler, es el guión de Patrick Casey y Josh Miller el que comente el error de apurarse en todo. En lugar de aprovechar el hecho de estar jugando con un personaje que conoce todo el planeta para tomarse el tiempo de construirlo, generar intriga, dar tiempo para empatizar, conectar de a poco con el espectador; se toma la decisión contraria. Ponerlo todo al frente, gastar todos los cartuchos apostando a que su sola aparición bastará para que nos vinculemos con él y acaso nos caiga bien. ¿Cuánto tiempo pasaba hasta que veíamos por primera vez a E.T. o a Mogway en Gremlins (1984)? Pues esos tiempos eran perfectos.
De esta forma, apoyándose en la voz de Ben Schwartz y en el vértigo de las acciones, Sonic, la película acelera a fondo y nos acelera. No tenemos la sutileza de un Spielberg, un Donner o un Zemeckis. Ni siquiera el humor de ALF, que le hubiese venido de maravillas a un personaje que de hecho es un extraterrestre fascinado con las cosas de la Tierra y del pueblo en cuestión. De todos modos el relato avanza alternando los aciertos con algunas liviandades de brocha gorda.
Cuando todo está a punto de caerse a pedazos en la estructura de la historia, aparece él. Timing gestual perfecto (como lo hacía en la saga de Ace Ventura), conocimiento cabal del género y capacidad de improvisación. Aparece Jim Carrey para recordarle a todo el mundo que esta película es una comedia de aventuras y que acaso debería hasta parodiarse a sí misma si fuese necesario. Este actor fenomenal logra empatar con Sonic como contraparte del lado de “los malos” y equilibrar un relato que se estaba cayendo. Su Dr. Robotnik logra sacar momentos hilarantes que contrastan con la forzada desfachatez del personaje central y así, todo empieza a encauzarse hacia un mejor puerto.
El entretenimiento termina convenciendo a fuerza de apostar por gags físicos y un mejor segundo acto que levanta en ritmo e interés. Está claro que la posibilidad de volver a ver al héroe en otra entrega dependerá de la taquilla por lo cual es entendible que en la escena post créditos empecemos a ver a algún otro personaje del popular videojuego, eso sí: con o sin Jim Carrey, habrá que ponerse a escribir en serio para poder otorgarle a Sonic lo único que estos escritores olvidaron darle: un alma propia.