Retrato del medio pelo con errores de amateur
Este film ganó premios del público en festivales de Rio de Janeiro, San Pablo y Gramado. La gente apreciaba en esos lugares la presentación verista de unas formas de vivir y de tratarse, y un estado de ánimo perceptible en el aire de la sociedad brasileña. Se reconocía. Pero en Mar del Plata 2012, sobre 14 participantes por el voto del público, salió décimo. La gente apreciaba lo mismo. Y se aburría. No es igual reconocerse, que mirar de afuera. Sobre todo cuando la obra carece deliberadamente de nervio, ritmo y variedad, y abunda en extensión.
Veamos los méritos. Caracterizaciones representativas del medio pelo de cualquier ciudad, exposición de la confusa geografía barrial, típica de un crecimiento desordenado (para el caso, barrio Setúbal, de Recife), comportamientos de natural desconfianza o silencio frente a posibles ilícitos callejeros, retratos de personas supuestamente respetables con malos hábitos y demasiado tiempo libre, observación atenta de las relaciones entre dueños de casa y personal doméstico, a veces más práctico que los patrones, latente explosión de la violencia alimentada durante largo tiempo. Todo eso está presente y bien representado.
Destacables, la escena de los niños jugando en la terraza enrejada, rodeados de padres y empleadas vigilantes, o el chico solo, la mujer que reacciona con odio cuando ve que su hermana se compró un televisor más grande, la reunión de consorcio donde piensan prejuiciosamente que el viejo portero próximo a jubilarse se duerme sólo para hacerse echar cobrando una buena indemnización (y nadie quisiera pagar una expensa extraordinaria), el vigilante que recuerda el cuerpo de una chica destrozado por decenas de autos que no se detuvieron, la joven a quien devuelven un estéreo robado. Descubre que no es el suyo, pero se lo queda porque es más lindo. Como ésa, hay otras cuantas observaciones sobre el referido medio pelo, incluyendo al canoso dueño de varias propiedades, resabio de los llamados coroneles del Nordeste.
Pero también se van sumando incomodidades. Figuras poco desarrolladas, situaciones discontinuas, cortes abruptos, planos de razón inexplicable, un numerito de actuación a la americana que no se corresponde con el estilo general (el niño rico que se da por ofendido cuando le observan algo), un par de fantasías y un momento de homenaje al cine que tampoco se corresponden, y otros detalles que delatan falta de rigor, o "rigurosidad", como dicen ahora los extensores de la lengua. Se entiende. Es la opera prima de un crítico y programador de cine arte, fogueado en el amateurismo. De pronto, faltando apenas cinco minutos para el final, aparece una excelente vuelta de tuerca que involucra al coronel con los vigilantes locales. Pero el autor no quiere o no puede ajustarla, y además ya nos agarra cansados.