Smile representa un buen debut del director Parker Finn, cuya ópera prima sobresale
entre lo más prometedor que brindó el género de terror hollywoodense este año.
La historia evoca el tipo de horror asiático centrado en maldiciones bizarras que primó a
fines de los años ´90 con las sagas de The Ring y The Grudge.
Hay también algunos elementos que traen al recuerdo a It Follows pero la mayor
inspiración la toma del cine japonés.
La premisa del argumento la verdad que no es muy original y para el público mayor de
20 años puede resultar genérica al abordar un terreno demasiado familiar.
Sin embargo, el atractivo de este estreno pasa por la manera en que Finn elabora un
producto entretenido gracias al dominio del suspenso que presenta su narración.
El director toma el riesgo de plagar el relato con numerosos jump scares que en su gran
mayoría resultan efectivos, algo que no es tan sencillo de conseguir.
La falta de creatividad que tiene el guión la compensa en la realización con el modo en
que establece y ejecuta numerosas situaciones de tensión.
Sosie Bacon, figura de la serie Scream, lleva adelante el film con mucha solidez dentro
de un reparto decente que no presenta grandes caras conocidas.
Para tratarse de una primera película el resultado es más que digno y queda la intriga
sobre lo que puede llegar a ofrecer este director en el futuro con un guión más inspirado.