Escapando al trauma.
La Doctora Rose Cotter (Sosie Bacon) es una mujer lucida, calma, muy centrada; también una terapeuta abnegada, al punto de sobrepasarse horas en el hospital. Están sus pacientes permanentes, y también atiende guardias. Un día, recibe a una joven aterrada al borde del colapso nervioso; por más que intenta detenerla, en esa habitación ocurre un hecho espantoso, ante sus ojos. Un hecho traumático que cambiará la vida de Rose.
Gradualmente, y por carácter transitivo, nuestra doctora comenzará a experimentar los mismos “síntomas” que su paciente; al punto de desestabilizarse emocionalmente. Tiene ¿visiones? siniestras; se siente acechada por una energía oscura que se materializa en una sonrisa macabra. Aparte de ella arrastrar un trauma de su niñez, que aun no tiene superado. Por supuesto que su profesión, es una forma de sanar tanto dolor del pasado.
Sonríe, y no de manera feliz precisamente, no solo es una película de terror psicológico que genera un clima acorde al estado mental perturbado de la protagonista; también es un drama y un policial. Sufrimos con una Rose, con su dura historia. Así como a través de un relato consistente, tratamos de buscar una respuesta (o salida) a esta pesadilla.
Hay climas, hay susto, hay empatía… más allá de un argumento ya harto conocido (quizá previsible), la película despega también gracias a la sólida actuación de Sosie Bacon, quien otorga asertividad a la historia; que nos hace creer que esas sonrisas forzadas, caricaturescas, inmotivadas, son el germen de una gran maldad.