Audismo a prueba.
La palabra “audismo” no figura en los diccionarios, pero eso no significa que no tenga un significado concreto. Por un lado, está asociada a la discriminación negativa y marginación que sufren las personas sordas, con todas las consecuencias sociales, físicas y psicológicas que resultan de ello. Por el otro, se califica como “audistas” a las personas que teniendo la capacidad de oír se sienten -de alguna manera- mejores y superiores a las que no pueden hacerlo.
Sordo es un interesante examen artístico que sirve para determinar si nosotros, los oyentes, somos o no “audistas”. Todos creemos que no, pero tanta seguridad nos podría conducir hacia una desagradable sorpresa. Marcos Martínez, joven y experimentado director de la obra, quiere despertar de una vez todos nuestros sentidos. Nos muestra una nueva forma de comunicar las ideas y una puesta en escena que lleva al espectador a pensar, ver y comprender a los hipoacúsicos de forma diferente a lo que se ha visto hasta hoy en el cine y los medios en general.
No se presenta una mirada lastimosa, misericordiosa o prejuiciosa sobre estas personas. No les es otorgado ningún mérito por el hecho de hacer arte a pesar de tener esta discapacidad auditiva, “son actores que son sordos, no sordos que son actores”, expresa Martínez. Sordo es la historia de un grupo de teatro llamado “Callejero”, compuesto por cinco jóvenes actores sordos que se proponen presentar una obra de teatro en lengua de señas para todos los públicos. En el camino se encuentran con todos los problemas que cualquier grupo de trabajo enfrenta al momento de la planificación y cumplimiento de un objetivo: enfermedades, llegadas tarde, problemas personales, etc.
El desarrollo de la historia se centra fundamentalmente en la dinámica del grupo. Los vemos ensayar, intercambiar ideas, mejorar, estancarse y volver a surgir. Marcos Martínez intercala esto con breves pasajes de la vida de cada uno de los protagonistas. Se salta de la ficción al documental constantemente. La película está hecha para oyentes en el sentido de que el punto de vista narrativo está focalizado en ellos. Son los que escuchan los que parecen poner más piedras en el camino para “Callejero”. Lo que para el conjunto teatral no es obstáculo para nosotros sería una tragedia: “¡No pueden hablar!”. Pero la película borra absolutamente esta idea, no es “desgracia” ser sordo y la integración puede disfrutarse en plenitud.
Esta nueva creación que surge del cine argentino nos trae una interesante idea que servirá no sólo para mantenerse expectante y cautivo durante todo el desarrollo sino también para, al finalizar, mirar hacia dentro y alrededor de cada uno y preguntarse si somos de ayuda u obstáculo para personas diferentes.