Actuar con el corazón
Marcos Martínez ha dicho en varias entrevistas que siempre le interesó la lengua de señas. Fue así que comenzó la investigación que lo llevó hasta el grupo de teatro Extranjero, integrado por actores y actrices sordas, en plena preparación de una obra llamada Sordo. Pero el interés de Martínez está menos puesto en su condición física que en el proceso creativo. Así, da toda la sensación que los protagonistas no son sordos que actúan, sino al revés, lo que excluye de raíz la potencialidad bienpensante del relato: el fin del grupo es artístico antes que terapéutico.
Tal como ocurría con Escuela de sordos, el film muestra gran parte de las discusiones grupales con subtítulos, amplificando el objeto de estudio hasta ubicarlo en algo mucho más macro como es la comunicación. Pero si Ada Frontini dejaba de lado el quehacer cotidiano de la docente por fuera del ámbito estrictamente laboral, Martínez incluye también facetas personales de los distintos integrantes, como sus hobbies o relaciones familiares.
Esto último conlleva el principal problema: el uso de ciertos elementos de ficción (peleas grupales, distanciamientos, algunas escenas de interiores), algo que por momentos esfuma parte de la potencia comunicacional del film.