Una comedia familiar que reúne a dos grandes actores Billy Crystal y Bette Midler, quienes intentan entretener como solo ellos lo saben
La historia gira cuando los hijos ya casados y a su vez con sus propios hijos vuelven a necesitar la ayuda de sus padres, y cuando surge el llamado de su única hija Alice Simmons (Marisa Tomei) para ayudarla a cuidar a sus tres hijos mientras ella se va de viaje por una semana con su esposo Phil Simmons (Tom Everett Scott).
Estos abuelos Diane y Artie Decker (Bette Midler y Billy Crystal) dejan todo y acuden al pedido de su amada Alice, cuando llegan para agradar a sus tres nietos Harper Simmons (Bailee Madison), Turner Simmons (Joshua Rush) y Barker Simmons (Kyle Harrison Breitkopf), les entregan algunos juguetes muy graciosos y entre estos un muñeco que representa a Artie representando la profesión de toda su vida, él es un comentarista deportivo (hace unos días fue despedido y no quiere que se sepa).
Cuando ingresan a la casa se chocan con la tecnología; esta es una casa inteligente. Diane encuentra que en una de las repisas no se encuentran ellos en las fotos familiares, siente una cuenta pendiente, pero durante una comida en un restaurant chino, sus abuelos se enteran que Barker tiene un amigo imaginario y no le gusta que le mezclen la comida en su plato, este es uno de los primeros errores y el problema es que ellos en todo momento quieren agradar a sus nietos y demostrarle a su hija que los niños se encuentran en buenas manos.
Estos abuelos se pasan demostrando en todo momento que pueden cuidar a esos niños bastante mal criados y con una vida muy estructura. Los acompañan a todas partes, comparten distinta situaciones y hasta discuten con una de sus docentes Cassandra (Jennifer Crystal Foley) e intentan ser divertidos.
La trama y su planteo son bastante comunes, no llega a ser gracioso, chistes previsibles, algunos pasados de moda, están los escatológicos y los xenofóbicos. Con respecto al elenco: los jóvenes actores sobre actúan, no logran conmover y no transmiten. Billy Crystal y Bette Midler, ellos hasta se burlan de sus dificultades físicas, forman una simpática pareja con buena química, tienen momentos de lucimiento, por ejemplo cuando cantan y bailan; y los personajes de Tom Everett Scott y Marisa Tomei no resultan ni graciosos ni interesantes.
Una pena, ya que el guión no estuvo a la altura del elenco, llena de clisés, por momentos cae tanto que resulta muy monótona. Tiene una muy buena banda de sonido e intenta cerca del final un toque dramático con frases del abuelo Artie, emotivas palabras del niño Turner y un hecho con el canguro imaginario amigo del más pequeño (que está relacionado con el paso de las etapas).