Otra saga para adolescentes
Después del irrefutable boom de la saga Crepúsculo resulta inevitable que aparezcan productos destinados al público adolescente, la mayoría de ellos originados a partir de versiones literarias. Este es el caso de esta nueva franquicia que ha adquirido Disney/Dreamworks bajo el titulo Soy el número cuatro, que forma parte del primero de seis libros escritos por Jobie Hughes y James Frey -quienes firmaron bajo el pseudónimo de Pittacus Lore- y cuya versión cinematográfica quedó a cargo del impersonal D.J Caruso (Paranoia y Control total).
Algo de thriller y poco de ciencia ficción sobrevuela la atmósfera del film que se basa en una premisa básica: un adolescente extraterrestre, John Smith (Alex Pettyfer), debe pasar lo más desapercibido posible en la tierra para que unos asesinos alienígenas, los mogadorianos, no lo terminen matando como al resto de los nueve sobrevivientes de un planeta extinto. Sin embargo, pese a las órdenes de su guardián y protector Henri (Timothy Olyphant) de no sobresalir dentro de la escuela secundaria en Ohio –nuevo destino- para no llamar la atención, el muchacho pretende ser igual al resto de sus compañeros y no estará dispuesto a vivir recluido. Además, conoce a Sarah (Dianna Agron) y se enamora, así como intenta salvar a Sam (Callan McAuliffe) de las humillaciones diarias por ser el chico diferente de la escuela.
No obstante, con la amenaza latente de que los mogadorianos hallen su paradero, John irá descubriendo ciertos poderes y una conexión con los otros adolescentes de su raza, con quienes deberá unirse para acabar con el enemigo (ese es el gancho de la continuidad de la aventura en sucesivas entregas). Así conoce a la número seis (Teresa Palmer), quien gracias a su popularidad en internet lo encuentra fácilmente. Ambos saben que la próxima víctima es él, dado que los asesinatos siguen en orden numérico.
El principal problema de esta producción de Michael Bay es que la parafernalia de efectos especiales y la acción prometida aparecen promediando más de la mitad del metraje. Si bien es cierto que la primera parte funciona como presentación de la historia, los conflictos adolescentes y los personajes, el relato se vuelve demasiado anecdótico sin un buen desarrollo de subtramas que quedan a medio camino.
Seguramente el espectador adolescente encuentre atractivo en la pareja protagónica; disfrute con alguna que otra ocurrencia de Sam y se deleite con un final explosivo pero sin sorpresas ni nada que pueda destacarse para un producto prolijo que por tratarse de su primera presentación deja varios interrogantes sobre su futuro.
Con Crepúsculo había ocurrido algo parecido y luego la saga encontró su camino, en este caso habrá que esperar.