Dora Baret se muestra nerviosa y arrobada al hablar de José Martínez Suárez. La actriz confiesa que, cuando era joven, él siempre lograba cohibirla. Minutos después ambos comparten un café mientras recuerdan el rodaje de Dar la cara y se dicen algunas cosas al oído. Algún secreto. Los personajes tienen una cita claramente fabricada para el film (y hasta quizás escrita y ensayada) pero todo fluye con una naturalidad notable. Las manos se rozan y la enunciación elige allí, por unos instantes, la cámara lenta. La decisión de estilo justa en el momento exacto, para dejar que la escena respire y cobre vuelo propio. Parece simple pero no lo es, mucho menos en una era del documental -la actual- en donde el director suele sucumbir a la tentación del propio exhibicionismo. Aquí llegamos a escuchar las voces de las realizadoras y también vemos sus cuerpos en el plano, pero sus presencias se asoman desde la discreción, desde la humildad de quien quiere aprender a hacer. Porque ante un maestro de este calibre ellas no pueden ser otra cosa que alumnas, y así es como Betina Casanova y Mariana Scarone encararon el desarrollo de este documental biográfico. Con la enorme ventaja, claro, de tener en su centro a un orador generoso y memorioso como pocos. Y pícaro como ninguno.
Martínez Suárez podría sentarse a contar una anécdota tras otra frente una cámara estática y uno como espectador quedaría, probablemente, muy satisfecho. Pero la película gratifica todavía más porque no se limita a ser una colección de testimonios ni un previsible relevamiento cronológico de la obra del artista. Entramos en el documental y a la vez nos colamos en su backstage, un pacto que ya desde el inicio inspira una genuina complicidad con el personaje: Martínez Suárez guiña el ojo y sabemos que la vamos a pasar genial. Junto a esos juegos en el detrás de escena, el film se apoya en otra columna narrativa, que muestra al director como coordinador de una orquesta en búsqueda de la fusión perfecta entre Nino Rota y el tango. Y luego está todo lo demás: su infancia en Villa Cañás, la cinefilia, sus comienzos en la industria, sus películas, sus amigos, su familia, su tarea como docente. El film contiene todo lo que esperamos conocer sobre su protagonista, en un relato compaginado con sutileza y lucidez. Es curioso que esta película no se haya presentado en el Festival de Cine de Mar del Plata, tan ligado al realizador de El crack. La vimos en el Bafici. Y fue una sorpresa.