Crónica de un niño que nunca estará solo.
Tamaño desafío tomaron las directoras Betina Casanova y Mariana Scarone al pensar en un documental que tuviese como protagonista a su propio objeto de interés y a la vez homenajeado, nada menos que José Martínez Suárez, guionista, técnico, músico y director de algunas grandes películas del cine argentino, referente de todo director o generación de directores argentinos, a quien consideran no menos que Maestro.
Oriundo de Villa Cañás, el hermano de Mirtha y Goldi Martínez Suárez, tal como describe forman un trío indestructible, longevo, con mucho cine en la sangre, en el cuerpo, en las manos y en la retina. Es que los ojos del niño asombrado viven en este artista que durante el documental acusaba sin pudor, pero con la coquetería y elegancia de los seductores de antes, noventa años. Joven desde la vitalidad y sabio desde la experiencia de vida porque sus anécdotas siempre ligadas a su cinefilia, a su oficio, no son únicamente palabras de cine sino palabras de maestro de la vida.
Como no podría ser de otra forma y producto de su coherencia, humildad y ética, el homenajeado reconoce en las directoras una mirada y hace de ese juego de espejos su mejor excusa para compartir lecciones de cine, mientras dirige su propio documental. Es capaz de discutir siempre con respeto dónde ubicar la cámara, cómo ejecutar una composición musical de su autoría y darse el lujo de dirigir a los músicos. También, de demostrar su memoria admirable para reconocer diálogos completos de sus películas, otras que no le pertenecen pero que forman parte de la Historia Grande del cine argentino.
Muy bien elegidos los testimonios y el despojo de la estructura de cabezas parlantes clásica para hacer de este viaje con gusto a biopic -pero sin el corset cronológico- un conmovedor testimonio viviente de nuestro cine.
Gracias a las directoras y, por supuesto, al autor de El Crack.