Hoy se estrenó en los cines argentinos SPACE JAM 2: Una nueva era, secuela de la recordada Space Jam (1996), protagonizada por Michael Jordan. Una vez más, el universo disparatado de los Looney Tunes tiene como protagonista a un célebre basquetbolista, LeBron James.
La mezcla en pantalla de animación e intérpretes reales, ya sido utilizada en varias películas como Who Framed Roger Rabbit, la cual sin dudas es la que mejor resiste el paso del tiempo. Se observa que desde los '90, hay un retorno a este recurso estético en donde se destacó Space Jam, aunque hay que admitir que no resiste tan bien el paso de los años, y logra mantenerse vigente debido al recuerdo simpático de quienes de niñxs pudimos verla en una sala de cine.
Retomando la película en cuestión, lamentablemente no alcanza a cubrir las expectativas. El problema principal es que el conflicto planteado no resulta ni coherente, ni sólido. Esto llama poderosamente la atención , puesto que es un proyecto en el que se viene trabajando desde el 2014. En esta ocasión una Inteligencia Artificial, corporizada mediante el actor Don Cheadle, decide vengarse, en una suerte de "rebelión de las máquinas" de James -quien actúa de si mismo- por rechazar un contrato laboral. Lo que nunca es profundizado en la película (además de la obvia fama y talento del jugador) es por qué esta IA está obsesionada con el basquetbolista, ya desde allí el villano resulta inanimado y nada es verosímil narrativamente.
Al igual que su predecesora, la película inicia con un prólogo que narra la niñez de LeBron y su vínculo con el básquet, pero también con los video juegos. Y aquí, lo que se interpreta, da título al filme "un nuevo legado", porque en sintonía con el contexto actual la película reflexiona sobre el pasaje de los juegos físicos a la era tecnológica, virtual y de la hiper-imagen.
Si bien la película tiene algunos momentos estéticos logrados como el pasaje por varios contenidos del universo WB, que van desde la película clásica Casablanca hasta Wonder Woman, es una lástima que a pesar del trabajo técnico, el guión es paupérrimo. Incluso, James resulta sobreactuado y prácticamente ni lo vemos jugar al básquet.