El pequeño LeBron James no nació siendo el mejor basquetbolista de su generación, debió dedicar años de entrenamiento y disciplina para llegar a ocupar ese lugar en el panteón del deporte. En el camino, perdió parte de su capacidad de disfrute y será su hijo Dom (Cedric Joe) quien lo ayude a recuperarla.
Aunque su padre asume que va a seguir sus pasos en el deporte y lo presiona para dejar de lado otras distracciones como él tuvo que hacer, Dom ya demuestra un gran talento para el diseño de videojuegos y sueña con hacer su propio camino. Su primer proyecto avanzado es justamente un juego de basketball que reformula las reglas básicas del deporte, algo que resulta prácticamente ofensivo para LeBron, quien se toma muy en serio todo lo relacionado a su profesión.
Mientras tanto, en los servidores de Warner Bros una nueva entidad lleva tiempo ganando poder en las sombras y está lista para dar el salto que le otorgue el reconocimiento que cree merecer. Al G. Rhythm (si, se llama “algoritmo”) es el rey indiscutido del mundo virtual donde habitan todas las propiedades intelectuales de Warner y ya controla o manipula muchas de las decisiones que toman los ejecutivos humanos en la empresa, creando y modificando proyectos en base a sus estudios sobre lo que el público consume.
Para Al G. Rhythm (Don Cheadle), LeBron James es el candidato ideal para una alianza que le permita colgarse de su llegada a millones de personas y lograr por fin salir de las sombras. Pero LeBron no tiene interés en nada que lo distraiga de su juego, empujando a Al G. a secuestrar a su hijo para tratar de que cambie de idea.
Space Jam: Una nueva Era para centennials
Es inevitable la comparación entre Space Jam: Una nueva Era (A New Legacy) y la primera versión de esta película protagonizada por Michael Jordan (en 1996) para la generación de niños que hoy tienen la edad de LeBron James, de la que es al mismo tiempo una secuela y una remake. Una secuela porque, aunque no se vinculan con el presente, todo parece indicar que esos eventos sucedieron (o como mínimo, existió la película y eso alcanza para que sea parte del mundo virtual donde sucede Space Jam: Una nueva Era); es también remake porque la estructura es básicamente la misma: un deportista estrella es forzado dentro del mundo animado para formar un equipo de basket junto a los Looney Toones y enfrentarse a unos monstruosos rivales basados en otros jugadores reales.
Hay algunas diferencias que terminan resultando relevantes pues le dan más consistencia a la trama de Space Jam: Una nueva Era por sobre la casi inexistente de la anterior. Esta vez hay un villano (aunque su plan no sea del todo claro) y hay una progresión en los personajes, que salen de la historia diferente a como entraron. Ayuda que LeBron se defienda bastante mejor que Jordan frente a la cámara, pero antes que nada importa que cada uno por su lado, Bugs Bunny y Lebron tienen la motivación de recomponer esa familia que no supieron sostener y el partido finalmente es la culminación de ese proceso más que el fin en sí.
Space Jam: Una nueva Era no deja de ser una película apuntada al público infantil, diseñada para explotar la fama de un deportista y algunas de las propiedades intelectuales más importantes de Warner, pero todas esas referencias no son el chiste central de la película.
Es cierto que durante la primera parte, Bugs y Lebron recorren varios clásicos de WB reclutando al resto de los Toons en secuencias que no funcionan siempre con la misma contundencia o que parecen errarle a la generación objetivo (nunca está de más darle algo a los adultos que acompañan, lo demostró Pixar hace rato), pero por fuera de eso Space Jam: Una nueva Era no se trata de andar buscando avatares reconocibles pasando por el fondo para distraernos de que no hay nada sucediendo en primer plano o que no nos importan los personajes (lo siento Esteban, nadie hace todas bien). Aunque también hay algunos de esos, si pasan de largo sin que los veamos no nos perdemos de nada porque hay algo más interesante adelante.
No será una obra maestra, pero Space Jam: Una nueva Era conserva el espíritu de las películas familiares que veíamos en los 90s a la vez que le agrega conceptos del mundo de internet y los videojuegos que ya son naturales para cualquier preadolescente que hoy es su público objetivo. Y no es mucho más lo que deberíamos pedirle.