READY PLAYER ¡¿WHAT?!
Había en 1996 múltiples motivos por los que un producto como Space Jam llegaba a concretarse: el recuerdo cercano de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, la nostalgia por los Looney Tunes de un público que entraba en la adultez, la presencia magnética de Michael Jordan y la NBA como sello que gozaba por entonces de una gran popularidad a partir de la extensión en todo el mundo de las señales deportivas y la televisión por cable. Como dice Rodrigo Seijas en su texto sobre la película (acá) no se entiende muy bien la nostalgia por aquel film, ya que los resultados fueron bastante fallidos, pero sí al menos podemos entender qué motivó a sus creadores. Ahora bien, que 25 años después el mismo concepto vuelva a desarrollarse es ya un misterio de la industria cinematográfica norteamericana y su voracidad por extender franquicias que puedan gozar de un público cautivo. O, también, cierta necesidad comercial y empresarial por parte de Warner.
Space Jam 2: Una nueva era más que una nueva era es una repetición de aquella película, pero rehecha con los códigos del presente. La estrella del básquet en cuestión es ahora LeBron James, los Looney Tunes vuelven pero ya en plan animación digital y el concepto no es tanto el mundo animado sino el de los videojuegos, que es donde se termina jugando el partido en cuestión. Tenemos un conflicto paterno-filial de lo más básico, entre un padre que quiere que su hijo se dedique al deporte y un hijo que en verdad quiere ser desarrollador de videojuegos. Lo básico del conflicto es lo de menos, porque en verdad lo interesante aquí debería ser cómo se relacionan los humanos con las animaciones y cómo ese mundo cartoon impone sus reglas absolutamente disparatadas. Pero la película de Malcolm D. Lee no solo es torpe para generar humor, es muy poco disparatada y confunde caos y vértigo con ritmo narrativo. Space Jam 2: Una nueva era son dos cansadoras horas sin una idea más o menos atractiva.
De todos modos no deja de ser curiosa la premisa: un algoritmo de Warner (interpretado insoportablemente por Don Cheadle) se enoja porque LeBron James no quiere participar de un experimento de virtualidad y lo secuestra junto a su hijo. Perfecto: ¿El villano es un algoritmo de Warner? ¿De Warner, la compañía productora de la película? Sí. Uno supone que hay un chiste ahí dentro, una ironía, pero no, nada es gracioso, salvo un chiste que involucra un error con el nombre de Michael Jordan. Lo que sí hay, aprovechando que se meten en una suerte de servidor de Warner, es una exposición del amplio catálogo con el que cuenta la compañía. Entonces como en una versión confusa de Ready Player One aparecen cientos de personajes y referencias, que no cumplen otra tarea que la de la prepotencia corporativa: porque tenemos las franquicias de DC, de Game of thrones, de Harry Potter; y a King Kong, y al Gigante de Hierro, y al payaso de It. Y más. Y todos los personajes hacen cameos absolutamente arbitrarios. Aunque en el fondo todo tiene su objetivo: Space Jam 2: Una nueva era parece un largo spot de lanzamiento de la plataforma streaming HBO Max. ¡Eso es todo amigos!.