Spencer

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

"La princesa y el espantapájaros"
Finalmente, después de los avatares para con su estreno en las salas de cine argentinas debido a la pandemia, afortunadamente se estrenó Spencer, una biopic sobre un episodio de la vida de Lady Di.
Por Denise Pieniazek
La película Spencer(2021), a cargo del director chileno Pablo Larraín, quien ya había trabajado cinematográficamente con el género biográfico en Neruda (2016) y Jackie (2016),centra su acción en la navidad de la familia real británica a principio de la década del ´90. Tal como su título indica la protagonista de la historia es Diana Spencer, conocida popularmente como la princesa de Gales o Lady Di y, al igual que su vida este relato no representa una biopic tradicional. Así es que se sobreimprime en la pantalla “la fábula de una tragedia real”, por ende, la propuesta del relato es en primera instancia desenmascarar aquel llamado idílicamente “cuento de hadas” cuyo paradigma cambió a partir de la experiencia de Diana.

Durante la supuesta celebración de la navidad en la finca de Sandringham en Norfolk, cuando Diana y Carlos ya llevan una década de casados, la tristeza y la falta de libertad oprimen a Diana, quien será representada como una mártir pero no idealizada. Por ende, Spencer toma un suceso acotado y particular (a diferencia de la cuarta temporada de la serie The Crown) para de forma sintética representar el pesar acumulado de la princesa de Gales. En consecuencia, es fundamental la forma en que mediante el poético guión de Steven Knight y la sorprendente interpretación de Kristen Stewart, se logra expresar sutilmente la acción interna de la protagonista, cuyo malestar que va in crescendo. Al comienzo del filme, veremos a la actriz caracterizada con todos los detalles elegantes del estilo de Diana, pero ni bien avance la acción el equilibrio perfecto de la actuación aparecerá en la pantalla. Nos referimos al planteo del crítico teatral Jorge Dubatti, según quien una interpretación es lograda cuando el espectador percibe al mismo tiempo al actor/actriz y al personaje. Esto es exactamente lo que sucede aquí, no olvidamos que estamos viendo a Stewart pero de a poco aparece cada vez más la delicadeza y esencia de Lady Di, en sus gestos, en sus miradas, apoderándose casi por completo de la pantalla. Recordemos que por este papel Stewart es una de las nominadas a los premios Oscars en la terna Mejor Actriz Protagónica, cuya entrega es el próximo 27 de marzo. Lo cual se considera acertado, puesto que su desempeño es más logrado y sorprendente que por ejemplo el trabajo de Naomi Watts en Diana: La princesa del pueblo (Diana, 2013).

En esa Navidad se condensa mediante metáforas constantes que la apariencia idílica del mundo de la realeza, se transformará literalmente en una pesadilla. Desde la exclusiva ropa Chanel hasta que cada prenda que Diana deba usar tenga una etiqueta designada para cada ocasión de forma reglamentaría, incluso hay una escena en donde la visten como a una muñeca y ella parece inanimada. Justamente, el eje central del relato es la pérdida de identidad de Diana, quien ya no puede reconocerse a sí misma por eso su malestar es constante. En un momento la protagonista se interpela al volver al campo donde pasó parte de su niñez:“¿cómo pude perderme en un lugar en el que solía jugar?”. Por esa misma razón el filme se titula Spencer, “su apellido de soltera”, porque es esa Diana con quien la protagonista intenta reencontrarse, con quién era ella antes de formar parte de la corona británica. Todo esto es representado en la película mediante acciones sutiles como mirarse al espejo y no reconocerse. Asimismo, generalmente se ve al personaje a través de cortinas, velos o ventanas o del propio voilette de su vestuario.

Estos recursos son enfatizados por dos metáforas constantes y estructurales del relato, por un lado, el collar de perlas y por el otro un espantapájaros y las aves. El collar de perlas simboliza ese sentimiento que la ahorca, que la asfixia, aquello que junto con sus vómitos frecuentes es aquello que ya no puede contenerse en el cuerpo, que literalmente se vuelve algo repulsivo que sofoca y por eso debe expulsarse. El collar de perlas será aquí para Diana lo que para Ana Bolena era la opresión del corset, algo de lo que debe liberarse. En segundo lugar, la figura del espantapájaros con la que Diana se reencuentra, simboliza la identidad Spencer que desea reavivar, ya que éste pertenece a uno de los recuerdos de su niñez. Pues que es un espantapájaros sino una persona crucificada advirtiendo a las aves que vuelen para otros rumbos. Por eso cuando la protagonista habla con las aves, es como si hablara consigo misma.

Del mismo modo, el intercambio de atuendo entre el muñeco de paja y ella, representa el cambio de vida de Diana, se coloca la chaqueta roja de su padre volviendo a ser Diana Spencer, como una “Caperucita roja” que se corre del camino trazado para ella, buscando uno propio. Así como también la veremos utilizar unas zapatillas Nike, como gesto de rebeldía frente al decoro de la aristocracia, igual que las All Star de María Antonieta (2006, Sofia Coppola).

De igual modo, hay dos relaciones intertextuales en el relato a las que hay que prestar particular atención. Por un lado, las constantes menciones a Ana Bolena, a través de un libro que la princesa lee “Ana Bolena: vida y muerte de una mártir”, una biografía sobre la esposa del Rey de Inglaterra Enrique VIII, de quien es sabido su trágico e injusto desenlace. Por otro lado, la pintura que se encuentra en el palacio “Diana´s Hunt” perteneciente al barroco realizada por el pintor flamenco Jan Fyt en colaboración con Thomas Willeboirts Bosschaert. En dicha obra se representa a la diosa mitológica Diana (igual que el nombre propio de la protagonista), exitosa después del logro de una caza junto a sus ninfas. Ella es la diosa de la luna por eso suele ser figurada con una luna creciente en la frente, es la protectora de las mujeres y niñas, dueña de los animales y también representa la libertad ilimitada porque nunca se casa. Justamente, en la película será en medio de una ceremonia de cacería de aves -un acto que a Diana le desagrada bastante- que pueda rebelarse contra la realeza a favor de recuperar su autonomía. Lo cual vuelve a reforzar simbólicamente la construcción del relato puesto que las aves, que por su vuelo suelen ser asociados poéticamente con la libertad, dialogando nuevamente con la idea del espantapájaros esbozada anteriormente. Es brillante el poder de síntesis que tiene la película, por ejemplo, al expresar con un cartel en la cocina que dice “mantener el ruido al mínimo”, en contraposición al murmullo de la aristocracia en el salón, la marcada diferencia y desigualdad de clase.

Estas dos relaciones intertextuales harán eco durante todo el relato de forma análoga para subrayar que en la realeza (o en la historia escrita por los poderosos) el pasado y el presente son iguales y al parecer no hay futuro posible, en términos de cambio. Es con ello con lo que Diana deseará romper, cuando decida arrancar de su cuello ese collar de perlas. Ese pasado que atormenta casi de forma fantasmagórica y que por momentos la película expresa utilizando elementos del thriller psicológico, que colocan a Diana en el linde de la ensoñación y la realidad. En palabras del cinéfilo Axel Kuschevatzky: “Diana trata durante todo el film de recuperar el control de su narrativa personal mientras su mundo íntimo se desmorona llevándose puesto su sentido de realidad.” En aquella búsqueda, la protagonista constantemente deberá atravesar elementos punzantes, como un alambre de púas de un espacio al que se supone no puede traspasar, como la cerca que enuncia “no trespassing” en Citizen Kane (1941). En ese sentido hay dos formas de interpretarlo, como una Diana con una salud mental frágil, o como se dice popularmente “si podemos soñarlo, podemos hacerlo”. Por eso vemos a Diana manejar un auto tanto en la apertura como en la clausura del relato, es esa independencia lo que busca, es poder transitar territorios con libertad lo que desea. En palabras de su director:“Es la historia de una princesa que decidió no convertirse en reina, sino construir su propia identidad…Finalmente, apuesta por la libertad no solo para sí misma, sino para sus hijos también. Fue una decisión que definiría su legado: uno de honestidad y humanidad que, hasta el día de hoy, no tiene precedentes".