Entre los tantos misterios sociológicos y políticos que todavía no han sido resueltos, la vigencia de las monarquías europeas resulta un enigma y un indicio de delirio o puro atavismo. ¿Por qué reyes y reinas gozan todavía de legitimidad? ¿Cómo puede siquiera ser de interés la vida de un grupo selecto familiar cuyos privilegios insólitos, que deberían indignar, y sus ritos diarios, que no pueden sino aburrir, pasan por amenos y curiosos?