Hay algo de Spider-Man: De Regreso a Casa (Spider-Man: Homecoming, 2017) que genera expectativas hasta en los que no son tan adeptos al personajes. Es que se trata de la primera película del arácnido como parte del Universo Cinematográfico de Marvel, que iniciara Iron Man: El Hombre de Hierro (Iron Man, 2008) hace ya casi diez años. Mirando los cartelitos de las fases que anunciaban los planes futuros de la compañía, pocos se hubieran atrevido a imaginar que en alguno de ellos figuraría El Hombre Araña, cuyos derechos estaban en poder de Sony Pictures por aquel entonces, sin negociaciones a la vista.
Era tal la pica entre Marvel y los otros estudios que se alzaban con los derechos de sus propios personajes, que la rama editorial sacó de circulación algunos títulos de cómics cuyos derechos cinematográficos no les pertenecían, para no hacerles difusión contraproducente. No se sabe bien en qué momento esto se dio vuelta, pero ya sea por el hackeo masivo sufrido por Sony, o porque los planetas se alinearon y los accionistas se levantaron todos con el pie derecho ese día, eventualmente las hostilidades disminuyeron y comenzó el diálogo, echando una luz divina sobre las esperanzas de todos los fanáticos.
Así se supo que la primera aparición de Peter Parker como parte del MCU iba a ser en Capitán América: Guerra Civil (Captain America: Civil War, 2016) como integrante del bando liderado por Iron Man. Bajo la convocatoria de Tony Stark al llamado de “Underoos!” (Una marca de ropa interior para niños muy popular en Estados Unidos) aparecía por primera vez en pantalla grande junto a los pesos pesados de Marvel el juvenil Spider-Man, reseteando todo lo que sabíamos hasta ahora sobre el personaje, con su tercera (y esperemos, definitiva) versión cinematográfica.
Ahora Spider-Man: De Regreso a Casa retoma esa primera aparición para explicar a los incautos que no hayan visto su previa interacción con el resto del equipo cuál es el origen del traje y cómo conecta con los demás superhéroes. Pero este repaso es rápido y se hace de una forma increíblemente orgánica e ingeniosa. De hecho, sus propios orígenes se explican como al pasar, teniendo en cuenta que ya lo vimos hasta el hartazgo en versiones anteriores. Esto resulta en un interesante cambio de paradigma en las motivaciones de un Peter Parker mucho menos atormentado y bastante más adolescente.
Las referencias a las versiones previas, al comic y al resto del MCU están ahí para quien las entienda, pero no hacen a la historia. Así que tranquilamente, para el que nunca antes vio una del Hombre Araña o se topó con un comic, funciona como película de origen. Ni que hablar de los más chicos, que la encontrarán divertida, mucho más que la de cualquier superhéroe hasta el momento (exceptuando quizás a los Guardianes de la Galaxia). No nos olvidamos de la gran Deadpool (2016), es que simplemente no era apta para chicos, y es más, hay varios puntos de referencia a ese film, a pesar de que sigue perteneciendo a la tercera pata de esta mesa destartalada que completa Fox, dueña de los X-Men.
La comedia juega un papel fundamental en Spider-Man: De Regreso a Casa, no hay lugar para el drama ni la introspección; las lecciones se aprenden rápido y se pasa a lo siguiente. Pero eso no significa que abuse del recurso ni que sus personajes sean simples. Al contrario, hay una cierta profundidad de niveles en cada uno de ellos que los hace muy queribles. Y los chistes están bien ubicados, distribuidos, y justificados por el tono de la película. Los realizadores encontraron la mejor forma de contar la historia de un adolescente con poderes, que experimenta esa etapa de cambios desconcertantes que para él es el doble de compleja (o mucho más) y donde aprende a descubrir quién es, qué quiere y qué está dispuesto a hacer.
La influencia de un mentor como Tony Stark (Robert Downey Jr.) puede jugarle una mala pasada, tanto a Peter como a la película, pero hace apariciones en su justa medida y en el momento indicado, cuando la historia lo requiere y sin abrumar. Cosa que con esa personalidad avasallante, es algo difícil de lograr y un gran mérito del guión y del joven protagonista, Tom Holland, que no se deja intimidar. En este punto cabe destacar que no podrían haber elegido un mejor Peter Parker. El casting del pequeño gran actor estuvo marcado por la polémica por su edad y sus capacidades artísticas, con escasa experiencia previa en el cine y la gran presión que conlleva encarnar a un personaje tan emblemático y protagonizar un blockbuster de estas dimensiones. Pero Holland no sólo sale airoso, sino que lo hace con la gracia y frescura con que Peter hace sus piruetas. Algo así se veía venir este último año, con su campaña promocional en las redes social que se tomó a modo casi personal, el entrenamiento con el que estuvo muy comprometido, sus increíbles presentaciones y el talento que venía cultivando desde que encarnó a Billy Elliot en teatro.
Por otra parte, tenemos al villano encarnado por un enorme Michael Keaton. Si pasamos por alto las referencias a otros papeles emblemáticos del actor, nos queda un personaje creíble, coherente y hasta querible, que funciona a la perfección como némesis de Peter, sin robarle protagonismo. Y tiene la gran ventaja de ser muy superior a todos los villanos que venimos viendo hasta ahora en películas de superhéroes: demasiado caricaturizados, absurdamente poderosos o carentes de motivaciones. El Vulture de Keaton sortea con altura todos esos estereotipos y se ubica como uno de los mejores personajes del Universo Cinematográfico de Marvel.
Si a eso le sumamos un elenco diverso y entrañable, algunas caras conocidas pero no tanto como para distraernos, los guiños a la cultura popular, el humor desopilante y las buenas escenas de acción, que no pierden tiempo en explicaciones innecesarias, nos queda que Spider-Man: De Regreso a Casa es una de las mejores películas de superhéroes de los últimos años. Y eso es mucho decir en una época en que ya estamos bastante saturados con la repetición de las fórmulas y los intentos fallidos de adaptar todo cómic existente.