Por tercera vez en quince años vuelve el Hombre Araña. El más popular de los héroes de Marvel finalmente puede juntarse con el resto de la pandilla para comenzar otra (si, otra) franquicia de superhéroes.
El esperado regreso del personaje no decepciona. Sin embargo, tampoco sorprende. Y lo que parece irremediable, esta nueva era de supercine sufre un agotamiento de ideas y recursos. Claro, hay excepciones. Esa maravilla llamada Logan es una de ellas. Pero es la excepción la que confirma la regla. Y así estamos en un tiempo de fórmulas, y principalmente, intrascendencia cinematográfica. Cuidado, no estoy diciendo que sean un desperdicio total. Son productos para el entretenimiento, y en ese aspecto, la amplia mayoría cumple con creces. Pero hay algo insustancial e intercambiable entre todas. Inclusive las películas del universo DC, que manejan otro registro y enfoque, causan el mismo efecto. ¿Será que se hace cada vez más difícil lograr ser entusiasta con lo que sucede en la pantalla? Arriesgo una característica que comparten todas: la inmutabilidad. Nada cambia realmente. Nos han vendido guerras civiles, batallas definitivas y monstruos intergalácticos, pero el daño es intangible (más allá de la mejora del CGI). Siempre es el comienzo de una saga, el pedazo de un rompecabezas. Un cambio concreto nunca es una variable. Se vuelve hasta de la muerte y las sagas se reinician rápidamente.
Al comienzo uno esperaba la confluencia, la interconexión, después de quince años y una pila de películas, es inevitable no notar la falta de impacto. Situación que se agrava por la ausencia de historias o personajes profundos, complejos, interesantes. Este nuevo hombre araña comienza otra vez. Otra vez la secundaria, otra vez aprender a manejar sus capacidades, otra vez levantarse una vez caído, otra vez resistir para que alguien no caiga al abismo. Otra vez. Ahora, si uno piensa que las historias carecen de novedad, ¿había necesidad de contar casi todo en los avances? Sin lugar a dudas, eso no ayuda. ¿Habrá una exigencia de dar algo cada vez más digerido para que la gente se sienta confortablemente adormecida? Espero que no, porque hay grandes historias para contar, aunque al parecer, el riesgo a tomar ronda el cero.
El esperado regreso del personaje no decepciona. Sin embargo, tampoco sorprende.
No se engañen por mis palabras un tanto duras con el mundo superheroico. Spider- Man: De Regreso a Casa (Spider-Man: Homecoming) no falla en lo que desea otorgar. El espectador va a pasar un grato momento viendo las desventuras escolares de Spidey mientras intenta que lo incluyan con Los Vengadores, y también, va a quedar satisfecho por los efectos visuales. Tom Holland es certero como él arácnido y Keaton presta su figura para ayudar a no despegar la mirada de la pantalla. El resto de secundarios cumple. Mucho vértigo adolescente, mucho humor (marca registrada de Marvel). La historia es un tema aparte, queda engullida por los mecanismos de la burocracia de los súper héroes. Un guión tan carente de imaginación que mientras Spider-Man atraviesa los patios de un barrio, se ve en una televisión a Ferris Bueller (Ferris Bueller’s Day Off, 1986) realizando la misma secuencia. Por si no se entendía la referencia.
Un tema aparte es la exclusión del famoso acontecimiento de la muerte del tío Ben. Una decisión controvertida. Se puede entender la idea de que, al igual que la muerte de los padres de Bruce Wayne/Batman, se ha visto demasiado. En mi opinión, le resta un anclaje dramático y trágico al personaje, erosionando la gravedad en su aventura. Quizás esa sea la intención, una historia más inofensiva, menos oscura. Sin embargo me pregunto si uno puede esperar más de estos films, si van a poder escapar a la fórmula. Esperemos que así sea, porque el Hombre Araña puede ser el vecino amigable, pero es uno que definitivamente no rompe el molde.