(Esta crítica contiene algunos spoilers, sobre todo para quienes no vieron aún Avengers: Endgame)
Spider-Man siempre está de regreso. Lo hizo a principios de 2019 en versión animada con Un nuevo universo y la hace ahora nuevamente con esta secuela de De regreso a casa, que hace dos años dirigió también Jon Watts. Aunque algo menos lograda que su predecesora, Lejos de casa tiene -para los fans de Marvel- atractivos y connotaciones mucho más fuertes, ya que se mete de lleno en el MCU. No es que antes no tuviera múltiples conexiones, pero esta 23ª película del universo cinematográfico de estos superhéroes tiene constantes referencias a la continuidad de la franquicia ya sin Robert Downey Jr. luego de los contundentes eventos de la reciente Endgame. En ese sentido, y más allá de que el film sigue siendo en buena parte de sus dos horas una comedia romántica adolescente, el Peter Parker de Tom Holland sufre todo el tiempo la contradicción íntima que significa cargar con el peso de la responsabilidad de ser el heredero elegido por Tony Stark. Y la película da también unas cuantas pistas de cómo será la vida de los Avengers ya sin Iron Man.
Peter Parker está enamorado de su compañera de clase Michelle o MJ (Zendaya) y un viaje que está a punto de emprender por Europa con su curso parece el marco ideal para confesarle su amor. Pero ambos son unos freaks dominados por la inseguridad y la torpeza. Mientras viajan por ciudades como Venecia, Praga, Berlín y Londres (el climax es en el Tower Bridge de la capital inglesa) y la tensión erótica entre ambos crece, aparecen -claro- las complicaciones dignas de su lugar de superhéroe con Nick Fury (Samuel L. Jackson) siempre manejando los piolines y un nuevo personaje (el Quentin Beck / Mysterio de Jake Gyllenhaal) como antagonista. Y en esta subtrama surgen desde un sofisticado sistema militar denominado Edith hasta universos paralelos y realidad virtual, pasando por duelos de destrezas y fuerzas sobrenaturales que derivan en destrucciones por doquier.
El constante pendular entre la comedia de enredos juveniles (con varios buenos personajes secundarios que se emplean en plan comic-relief como el Ned de Jacob Batalon, hilarante compinche de Peter) y la solemnidad del mundo superheroico no siempre funciona con fluidez y en cierto pasajes la narración se torna un poco mecánica, como cumpliendo con ciertos tópicos “inevitables”. Otro aspecto que cada vez cuesta más aceptar es que Holland, de 23 años, y Zendaya, que está por cumplir también esa edad, interpreten a sendos adolescentes de 16. No es que estén mal en sus caracterizaciones (de hecho Holland es un muy buen Hombre Araña), pero a esta altura el verosímil se resiente bastante.
En el terreno comercial (por la popularidad del personaje principal, por la marca Marvel y por su estreno para las vacaciones de invierno), Lejos de casa tiene todo para ser un gran éxito. También llama la atención que, siendo una producción de Sony, esté tan vinculada al MCU que, hoy por hoy, pertenece en casi su totalidad al grupo Disney. En ese sentido, Marvel Studios parece haber sorteado todo tipo de obstáculos y prevenciones, para seguir ampliando su alcance global ya sin límites.
Por último, las recomendaciones de siempre en estos casos: no deberían perderse la larga escena que está en medio de los créditos de cierre, ya que es fundamental para la continuidad de la saga. En cambio, la que figura al final de los títulos es más bien una humorada con Nick Fury que puede (o no) verse según el apuro y la paciencia de cada espectador.