Peter Parker ya se siente mucho mejor y ahora debe hacerle frente a las concecuencias del chasquido de Thanos y los sucesos de "Avenhers: Endgame", mientras lidia con la pubertad, claro.
La Fase 3 del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, de ahora en más) llega a su fin y toda la responsabilidad cae, literalmente, sobre Peter Parker. Después del “cierre” que nos dejó “Avengers: Endgame” (2019), “Spider-Man: Lejos de Casa” (Spider-Man: Far from Home, 2019) y su arácnido protagonistas deben lidiar con las consecuencias del chasquido de Thanos, -SPOILER ALERT-, la muerte de Tony Stark (Robert Downey Jr.) y la falta de liderazgo dentro del grupete vengador. Peter (Tom Holland) sólo quiere recuperar el tiempo perdido, pasear por Europa con sus compañeros y, si la timidez no lo vence, declararle su amor a MJ (Zendaya).
La partida de Iron Man y el retiro de Capitán América dejaron un vació demasiado grande para llenar, uno para el cual el joven superhéroe no se siente nada preparado, ni física ni emocionalmente, pero las circunstancias (y casi todos los que lo rodean) lo empujan a tomar las riendas del asunto, o casi. ¿Por qué darle toda esta responsabilidad a un adolescente poco experimentado habiendo tanto ser superpoderoso y más calificado? Caprichos del guión de Chris McKenna y Erik Sommers -dos de los tantos escritores que tuvo “Spider-Man: De Regreso a Casa” (Spider-Man: Homecoming, 2017)- y de este gran universo expandido que no puede soltar.
“Spider-Man: Lejos de Casa” tiene mucho a su favor en cuanto a entretenimiento superheroico y aventura juvenil, pero falla al dejar de lado ese mundo arácnido que fue construyendo a partir de “Venom” (2018) y, más que nada, con la maravillosa “Spider-Man: Un Nuevo Universo” (Spider-Man: Into the Spider-Verse, 2018). En cambio, la película de Sony se aferra demasiado a los hechos y personajes del MCU, tanteando la posibilidad de estas realidades paralelas, pero desaprovechando esta gran oportunidad de sumar Spider-Personas y nuevos villanos.
Perdón por arruinarles la fiesta de entrada, pero este nuevo capítulo en la vida de Parker no viene por ese lado y, en parte, continúa con los temas de su entrega anterior en solitario, y ese perenne discurso del tío Ben que pesa más que nunca (lo del poder y la responsabilidad). Nueva York, como el resto del mundo, se recupera del chasquido y trata de volver a la normalidad, complicado, cuando la mitad del planeta desapreció durante cinco años y trata de regresar a sus vidas como las dejaron. Le pasó a tía May (Marisa Tomei), a Peter y a la mayoría de sus compañeros que, con la llegada del verano, se preparan para un viaje de “estudios” por varias ciudades de Europa.
Mientras tanto, en México, Nick Fury (Samuel L. Jackson) y Maria Hill (Cobie Smulders) deben lidiar con algunas anomalías que andan destruyendo todo a su paso. Una misión que los cruza con Quentin Beck (Jake Gyllenhaal), personaje venido de uno de estos universos paralelos, el cual fue devastado por los llamados “Elementales”, seres que responden a los cuatro elementos de la naturaleza. Con Beck a la cabeza, Fury y su equipo se abocan a detener a estos monstruos, pero para ello necesitan la ayuda de Spider-Man. Ahí es cuando empiezan los conflictos para el adolescente, que no se siente del todo preparado para volver a la acción después de perder a su mentor y, digámoslo de una, su figura paterna.
Mientras Peter trata de ganarse el cariño de MJ por los canales de Venecia, uno de los Elementales arruina sus planes, no dejándole muchas opciones a la hora de ponerse el traje y hacerla de superhéroe. Por suerte, congenia bastante bien con Beck -quien termina siendo apodado como Mysterio-, al que no podemos dejar de ver como un nuevo Tony con ganas de guiar al jovencito en su camino justiciero.
Más vale malo conocido que bueno por conocer
Entre paralelismos y muchas referencias comiqueras (¡y cameos!), vemos como Peter intenta cumplir los deseos de Stark, que chocan inmediatamente con los propios de una vida más tranquila, ayudando al barrio en vez de salvar al mundo entero. Este es el centro emocional de la película de Jon Watts -el mismo de “Regreso a Casa”-, una aventura cosmopolita llena de situaciones divertidas y enredos estudiantiles, que se apega a la perfección a las características del personaje creado por Steve Ditko y Stan Lee.
Claro que hay unas cuantas vueltas de tuerca y giros que NO podemos revelar. Algunos muy bien ejecutados y simpáticos (se tienen que quedar hasta el final y la segunda escena post-créditos) y otros que se pueden prestar a la polémica (lo charlamos en una review con spoilers). Holland y su grupo de amigos son lo más refrescante de esta nueva entrega, mezclando problemas hormonales, románticos y de otra índole, aunque no siempre se los siente “realistas”. Igual, lo caricaturesco le queda muy bien a este protagonista que no deja de moverse entre el drama más profundo a la hora de enfrentar la perdida de seres queridos, y los absurdo de ciertas escenas.
Gyllenhaal es un tema aparte en el cual no podemos profundizar, pero nada es lo que parece cuando se trata de este ambiguo personaje. Watts se agarra de estas buenas actuaciones y tira la casa por la ventana cuando se trata de efectos especiales y escenas de súper acción. Hay algo burtoniano es su enfoque a la hora de sumergirnos en un mundo más surrealista, pero en ningún momento se aparta de las formulas establecidas (y exitosas) del MCU.
¿El héroe siempre se queda con la chica?
Ahí está, tal vez, la desilusión más grande de “Spider-Man: Lejos de Casa”, al menos para aquellos que buscan algo más apartado del tándem Marvel/Disney y más cercano a la locura animada de Phil Lord y Chris Miller. Esto no significa que la nueva aventura del arácnido falle a la hora de entregar entretenimiento comiquero de punta apunta, momentos emotivos y un anclaje constante a ese universo que vienen construyendo por más de una década. La película deja algunas pistas para el futuro, pero no tantas, así que sigue siendo un misterio (je) que le depara el destino superheroico a este y al resto de los Avengers.