El fan service, ungido como un caballero arturiano, sale al rescate del peor Spiderman que brindó el cine y consigue que el universo Marvel cierre con un gran espectáculo un año olvidable en materia de contenido.
Junto con la serie Hawkeye esta producción integra lo más destacado de una Fase 4 que hasta ahora no despertó pasión de multitudes. Si hasta la fecha no había demasiados argumentos sólidos para defender esta representación blanda del héroe arácnido, la propuesta de Sin camino a casa termina por sepultar al Peter Parker del MCU que nunca conseguirá la misma empatía que despertaron las encarnaciones previas.
Un problema que no tuvo nada que ver con el casting de Tom Holland sino con la manera en que los guionistas y el director Jon Watts abordaron al personaje. La curiosa paradoja de esta cuestión es que la entrega que más se apoya en el fan service también resultó la película donde Holland pudo sobresalir con su interpretación.
El director inicia el film con un primer acto problemático que arrastra los vicios de los últimos episodios. Mucho humor tonto que no causa gracia destinado al público Ragnarok y enredos juveniles que retrasan la presentación del conflicto central.
A partir de la introducción de Doctor Stange el tono de la narración de Watts cambia drásticamente y empieza otra película más emocionante que es la que le brindará las mayores satisfacciones al público.
A través de una explicación sencilla del concepto del multiverso el conflicto explora la temática de las realidades paralelas con una aventura más contenida donde le dieron un descanso a las amenazas de las invasiones alienígenas y las apariciones de monstruos gigantes.
Con la irrupción de Doctor Octopus y el Green Goblin de los filmes de Sam Raimi el Spiderman del MCU termina envuelto en un conflicto mucho más dramático y emocional de lo esperado que le otorga una enorme posibilidad a Holland para sobresalir como actor.
Una de las mayores cualidades del film es que no toma el fan service para rellenar baches argumentales, sino que resulta funcional a la historia con el fin de brindar una propuesta entretenida.
En ese sentido es una lástima que recién en esta entrega, donde le tiran todo el multiverso encima, Holland tuviera la chance de hacer algo más con el personaje.
Todos tenemos claro el único motivo por el que este film despertaba un mínimo interés y la realidad es que Sin camino a casa no decepciona en absoluto y ofrece algunos momentos inolvidables dentro de este género.
Me cuesta creer que un fan de Spiderman pueda salir decepcionado del cine cuando este cruce de universos además elabora una cariñosa celebración del personaje con todos esos conflictos y temáticas que le dieron una identidad especial en el campo de la historieta.
Por este motivo Watts también consigue ofrecer una producción mucho más comiquera. En lo referido a los aspectos más técnicos el director presenta una labor inspirada en las secuencia de acción, donde sobresale especialmente una pelea entre Spiderman y Doctor Strange que es de una opulencia visual impactante.
En lo referido al reparto (dentro de lo que se puede mencionar sin spoilers) Willem Dafoe la rompe como Norman Osborne, quien aporta un villano mucho más sólido que la mayoría de los antagonistas oficiales que vimos en el MCU.
Alfred Molina (Octopus), Jamie Foxx (Electro) y Thomas Hayden Church (Sandman) cumplen con sus roles pero son las escenas de Dafoe las que quedan en el recuerdo a la salida del cine.
Dentro del género de superhéroes esta película es por lejos lo más destacado que llegó a los cines este año y vale la pena disfrutarla en la pantalla grande. Durente los créditos finales hay una escena adicional intrascendente y luego una especie de trailer promocional de la próxima entrega de Doctor Strange.