No tengo el número total de películas de superhéroes que se han hecho en los últimos veinte años, pero claramente han sido muchas más que en los veinte años anteriores. Luego de muchos intentos fallidos y algunos grandes aciertos en la década del setenta y ochenta, los superhéroes llegaron para quedarse. Como el cine de aventuras o el western, los films se multiplicaron y, a diferencia de estos géneros mencionados, hay más ejemplos de superproducciones que de productos de bajo presupuesto o segunda línea. La taquilla mundial está dominada en gran parte por estos personajes. Tienen su público, sin duda. Lo más impactante de la actualidad es que ya no hay que esperar para volver a hacer una versión de un personaje. Si algo sale mal o si algo llegó a un límite, simplemente se empieza con el personaje de cero una vez más. El hombre araña es un ejemplo perfecto de esto. Los espectadores no tienen problema alguno ni se aferran a una versión como si fuera la más importante o definitiva. No sé si está bien o mal, ahora es así.
A diferencia de los géneros cinematográficos tradicionales, las historias de superhéroes no suelen renovar personajes, por lo que la multiplicación de películas implica lo mencionado anteriormente. Una película tras otras del mismo personaje o universo. Remake, reboot, secuela, precuela, spin-off y crossover, todo girando más o menos por el mismo lugar. Para los fanáticos, una fiesta de referencias, comparaciones, debates y listas. Para los que están un poco afuera, un universo generalmente insufrible. Las excepciones confirman la regla. Pero mientras que crecen y crecen los proyectos, hay quienes comienzan a darse cuenta de las posibilidades de explorar nuevos caminos. Así como el western tuvo un origen simple y se convirtió luego en el género más complejo de la historias del cine, el cine de superhéroes tal vez pueda, salvando las distancias, encontrar formas novedosas y reinventarse. Aunque creo que hace una década que no aparece un clásico de este tipo de cine, al menos hay que admitir que hubo cambios y ensayos interesantes. A esos cambios y nuevos rumbos se suman claramente Spider-Man: Un nuevo universo.
Miles Morales, un adolescente afrolatino admirador de Spider-Man ha comenzado como alumno en un nuevo colegio privado. Sufre, como todo Spider-Man, con los problemas de integración. Sus padres quieren lo mejor para él. Su tío, por otro lado, le da consejos para una educación menos formal. Yendo con su tío a pintar graffitis en una estación de subte, Miles será picado por una araña radioactiva. Las cosas se irán complicando a partir de ese momento. Le gusta una compañera de clase y sus nuevos poderes lo meterán en problemas con ella en cuanto vuelve al colegio. Pero esto recién empieza. Luego quedará en mitad de una verdadera lucha entre Spider-Man y Kingpin y otros villanos. Kingpin ha construido un acelerador de partículas que le permite acceder a universos paralelos. Este será el punto de partida para la aventura
¿Qué tiene esta nueva película de Spider-Man que no tienen las otras? Bueno, tiene varios Spider-Man, para empezar. Pero no solo eso, sino que cada uno de ellos o ellas perteneces a un universo diferente y tiene características muy diferentes, algo que se ve reflejado no solo en su personalidad y aspecto, sino también en como esos universos están dibujados o desarrollados. Ahí la película alcanza un nivel de complejidad y sofisticación diferente a todo lo visto hasta ahora. También utiliza diferentes estilos de dibujo, no se queda en una forma de animación. Como es en dibujos animados acentúa al máximo su vínculo con el comic y fusiona ambos soportes, cine e historieta, de manera fluida y divertida. Desde los títulos del comienzo queda claro que a la película no le faltan ideas, visualmente es una generosidad con el espectador poco habitual. Nada se guarda, todo está puesto en la película. En la velocidad que presenta al personaje queda claro que no va a irse por las ramas en ningún momento. Sabe que todas las películas de superhéroes pasan una hora armando la nueva presentación del protagonista, pero con tantas películas que se hacen, está claro que ese lugar común debe ser erradicado. Acá todo es más dinámico, más moderno, más joven.
Sí hay un cameo de Stan Lee, uno realmente muy bueno, y sí hay citas a otras películas, pero todo con un vértigo narrativo y un sentido del humor muy afilado. Nada de eso impide que cuando la película necesite drama, lo obtenga, y que cuando llegue el momento de la emoción, esta también surja. Y claro, hay un montón de versiones Spider-Man, no solo Miles y el mismísimo Peter Parker. Están Peter B. Parker, Spider-Woman, Spider-Man Noir, Spider-Ham y Peni Parker y SP//dr. Cada uno con sus códigos, su estilo, su forma y su humor. Un lujo visual que se agradece y produce el deseo de seguir viendo películas basadas en comics. Los superhéroes no están agotados mientras surjan ideas nuevas como las de Spider-Man: Un nuevo universo.