Splice, que significa empalmar o montar elementos de distinta procedencia, va bastante más allá de ser un film industrial de ciencia-ficción relacionado con experimentos genéticos, estilo Especies o Resident Evil. Porque el film del estadounidense -pese a su nombre y apellido- Vincenzo Natali, apunta a metáforas mucho más hondas e inquietantes, dentro de una temática que gira alrededor de la creación de un híbrido en el que se combina ADN humano con material molecular de otras especies. Tónica que la encuadraría en el subgénero fantástico al que hemos hecho referencia, pero ya desde los excelentes títulos se percibe que Splice –que cuenta con la especializada bendición de Guillermo del Toro- no será sólo eso. Una pareja de científicos concibe en un laboratorio clandestino una forma de vida que significa un nuevo escalón en el árbol evolutivo; Dren (Nerd al revés), un engendro extrañamente hermoso y lleno de cualidades inusuales que proporcionará tanto maravillas como pesadillas. Natali es autor de una película del género única en su tipo como El cubo y aquí también ofrece una pieza singular, con toques del mito de Frankenstein, algún homenaje a David Cronenberg, excelentes efectos visuales y la consistente participación de dos intérpretes que escapan al cine convencional como Adrien Brody y Sarah Polley.