Splice

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Chanchada genética

Splice (2009), es un filme de terror sobre los límites morales que traspasaría la genética de experimentar con ADN humano, que hubiese alcanzado los fines surrealistas que se propone, si tuviera en la dirección a un maestro como David Cronenberg. Así y todo, la película se las rebusca para ser un producto entretenido y plantear algún que otro dilema moral.

Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son una pareja de científicos especialistas en genética que disfrutan de sus éxitos alcanzados en el área, gracias a la creación de dos engendros mutantes que conservan en peceras para experimentos. Un día deciden, ilegalmente y a hurtadillas, experimentar con ADN humano y crean a una extraña criatura que les traerá más de un problema.

Dirigida por Vincenzo Natali (El Cubo) la película apunta al subgénero de terror basado en monstruos deformes y babosos que tienden a hacer daño a las personas que encuentran cerca. Con esta premisa y la cuestión genética de por medio, Splice pasa a ser una suerte de Frankenstein moderno.

Los doctores crean un humano deforme, porque no son Dios claro está, del que rápidamente se arrepienten y no saben si conservarlo o eliminarlo. Para colmo el monstruito se convierte en una dulce niña primero y una tremenda mujer después, hecho que pone aún más en crisis cualquier decisión a tomar. Elsa suple su necesidad materna y Clive se siente atraído sexualmente por el bichito. Pavada de dilema existencial trae la criatura que no hace más que complicarle la vida a los doctores.

“No juegues a ser Dios” parece plantearnos la película como el texto de Mary Shelly cuya mejor versión en cine protagonizó Boris Karloff. Lo cierto es que en manos de David Cronenberg, con obras como Festín Desnudo (Naked lunch, 1991) o eXistenZ (1999), estaríamos frente a un conflicto existencial donde la carne y la moral adquieran verdaderamente toques surrealistas. Por lo pronto Splice es un filme de terror “pegajoso”, correcto y nada más.