Probablemente el lector ignore quién es Harmony Korine, uno de los realizadores independientes más interesantes de los Estados Unidos. Muy joven, saltó a la fama como el guonista de “Kids”, aquel polémico film de Larry Clark. Luego, películas como “Julien Donkey Boy” causaron impacto en el circuito de festivales. Esta “Spring Breakers” (que refiere a las vacaciones breves de primavera en los Estados Unidos) es su primera película más o menos “grande”. El estilo de Korinne es crudo porque lo que busca es encontrar en lo raro, lo marginal, lo exuberante de la cultura estadounidense, ese halo de humanidad o de ternura que permiten explicar su existencia. Nos muestra gente que se pervierte, pero también nos pide que tratemos de comprenderlos, de creer que no están fuera de la humanidad. Aquí son cuatro chicas hermosas –todas estrellas adolescentes realizando un trabajo a contrapelo de los estereotipos que han encarnado–.
Y también James Franco, como un delincuente simpático y en el fondo perverso que lleva a estas chicas (a alguna, al menos) al fondo de la delincuencia y el vicio. Pero Korine no quiere que juzguemos sino que comprendamos qué es lo que tiene de atractiva esa vida, y por eso en el fondo se trata de un cine fantástico, de una historieta acelerada o, mejor, de la vida real vista como una historieta trágica. Un film fuera de lo común, duro pero seductor como sus protagonistas.