Asesinas por naturaleza
Harmony Korine, veterano enfant terrible del cine independiente norteamericano, trae la fiesta con Spring Breakers, la sorpresa más bienvenida de la Mostra de Venecia. Después de una trayectoria marcada por los retratos impresionistas (y esteticistas, y algo feístas) de la América white trash, el director de Gummo se reinventa de la mano de cuatro alocadas adolescentes -interpretadas por iconos del universo teen y la factoría Disney como Vanessa Hudgens y Selena Gomez (además de Rachel Korine, la mujer de Harmony)- que encuentran su edén particular en Florida durante el spring break, una “semana de vacaciones” primaverales en la que los jóvenes yanquis aprovechan para desbarrancar de lo lindo: Spring Breakers es un desfile de alcohol, baile, drogas, chicos musculosos, muchachas en bikini (y sin él), paseos en moto… y armas.
En una de las muchas secuencias memorables de Spring Breakers, tres jovencitas en malla, con pasamontañas rosas y fusiles en mano (a lo Pussy Riot), escoltan a un gangsta James Franco mientras este entona al piano el tema Everytime, de Britney Spears. Glorioso y estúpido punto de la mejor película de Korine hasta la fecha. Un delirio sensorial que exprime la estética pop y, siguiendo la estela de Terrence Malick, celebra una cierta poética del gesto y las voces espirituales: “una narrativa líquida”, según defendió Korine en la rueda de prensa de Venecia.
Spring Breakers podría considerarse la Asesinos por naturaleza de la cultura adolescente del siglo XXI -aquella que tiene a la apuntada Britney Spears como su diosa terrenal-, aunque Korine no apela a la distancia irónica: el director de Trash Humpers se alinea espiritualmente con sus adolescentes bellos, incendiarios, libres y muy peligrosos.
Así, revistiendo la fábula amoral del film con una pátina de cine etnográfico, Korine sublima el neo-noir de Michael Mann, Quentin Tarantino o Tony Scott, bañándolo de luces de neón y acompañándolo con los hipnóticos temas de Cliff Martinez (Drive) y Skrillex.