Un huésped indeseado
Sputnik de origen y producción Rusa, es ante todo una prolija y ejemplar película del género de ciencia ficción mezclado con terror, todos los aspectos técnicos están muy cuidados y trabajados en todos los departamentos y áreas, la dirección de la fotografía nos sumerge en esa atmosfera oscura del ejército soviético y la URSS en pleno periodo de la guerra fría, en paralelo la ambientación sonora enfatiza más aún el género de suspenso sobrenatural, con un original score que a cualquier cinéfilo fan de soundtracks le gustaría tener y coleccionar.
A nivel narrativo la película nos adentra en los interiores de una base militar y científica, donde un equipo especializado estudia y monitorea a un astronauta que sufrió un accidente espacial en el medio de una importante misión, sabemos de ante mano que algo turbio estilo conspiración Roswell se esconde en la investigación. La protagonista, Tatyana, una médica cuestionada por prácticas un tanto polémicas, es enviada a esta base militar para ayudar al astronauta en el proceso médico y de salud mental. La actriz rusa brinda una sólida interpretación para su personaje, con mucha frialdad, metodología, y un heroísmo que despierta al darse cuenta del horror sobrenatural que padece el astronauta, personaje que tampoco se descuida en su construcción dramática, con una historia paternal secundaria que potencia el drama y que se van plantando de a poco para ser un recurso de resolución y epílogo.
La conexión con la entidad extraterrestre existente en la base militar se da con lentitud, hay una larga previa con escenas y secuencias científicas que exploran conceptos y teorías de simbiontes y parásitos. Tal vez el ritmo en estas escenas se estanca un poco, pero una vez establecida la amenaza alienígena, la película se torna más interesante de ver, el vfx de la extravagante criatura está muy bien hecho, hasta al más sensible puede darle ternura verlo desplazarse y actuar, excepto cuando despierta su lado Fatality y revienta cabezas y come vísceras humanas. Las escenas violentas, que mencionamos, no son tan gráficas, hay chorreadas de sangre, pero también se sugiere con fueras de campos sonoros y cortes con transiciones.
Lo bueno de Sputnik es que no se queda meramente en lo fantástico del terror espacial, sino que se preocupa por generar esa empatía por los protagonistas, dotándolos de sensibilidad y humanidad, muy necesario para que nos sean personajes vacíos de sentimientos y objetivos.
La película de Egor Abramenko logra ilustrar con sencillez cinematográfica y estilo de cine de espionaje, acompañado de la calidad de la fotografía y la dirección de arte, ese gris desesperanzador y solitario de la ex unión soviética, esa nostalgia retro como la que vimos en la excelente mini serie Chernobyl, con ese patriotismo de camaradas, con luces de alerta rojas, pasillos estrechos y claustrofóbicos, científicos y médicos deprimidos, soldados y generales fans y defensores de la causa por combatir y pelear con las mejores armas y estrategias militares, con el plus central de un mini Venom ruso introvertido y salvaje a la vez.
*Review de Gonzalo Schiffer.