Otra película de ciencia ficción rusa llega a la Argentina en este mes. Para sumarle misterio, se llama Sputnik, un nombre con muchos significados a los que en el 2020 se le sumó uno más. Pero aunque la película es de ese año, no tiene nada que ver con la vacuna, sino con el espacio, que es de donde el mundo se familiarizó con la palabra. Sputnik significa satélite en ruso, pero también significa compañero de viaje, por lo que el título de la película alude tanto al espacio como a lo que va a ocurrir allí. La historia comienza cuando dos astronautas están regresando a la Tierra. Algo ataca a la cápsula y el sobreviviente es aislado en una instalación militar soviética debido a sus extrañas conductas. Es el año 1983, todavía durante la Guerra fría, un incidente de esta clase debe permanecer en secreto tanto hacia afuera como hacia adentro de la Unión Soviética. La Dra. Tatyana Klimova, una joven psiquiatra que está en problemas por sus controvertidos enfoques profesionales es reclutada por el oficial a cargo, el coronel Semiradov, para ver si puede resolver que le ocurre al astronauta. Como se mencionó arriba, la palabra sputnik tiene doble significado y el conflicto central de la película gira en torno a esa compañía que el astronauta “ha traído” consigo. Intentando contener el desastre y a la vez tratando de aprovechar el hallazgo, los expertos buscarán la manera de entender a ese compañero de viaje que ha venido a la Tierra. La historia, que transcurre en instalaciones soviéticas de aquellos años, tiene esa arquitectura y esos colores agobiantes y decadentes que sumados a esta historia, generan claustrofobia y paranoia por partes iguales. Película de ciencia ficción y terror bien realizada y con buenos actores. Consigue aprovechar el clima opresivo de aquella época y tal vez sutilmente criticar el presente. Sin convertirse en una película fuera de serie, hace todo lo posible para no cometer errores ni caer en lugares comunes. Tiene algunas falencias, pero en promedio elige un tono y lo sostiene, asusta por momentos y arma una historia de forma clara y coherente, más de lo que hoy se suele ver en el género.
Misterioso Cosmonauta "Historia muy interesante que seduce al espectador desde el comienzo. Más allá de las indiscutibles reminiscencias (Alien: el octavo pasajero, 1979), entre otras, no cae en estereotipos. La función del satélite ruso, se asemeja a la del film que consigue un carácter propio. Considerado como el mejor en su género de los últimos tiempos y apreciable por sus imágenes y efectos especiales" Sputnik (2020) El único superviviente de un enigmático incidente de una nave espacial no ha regresado solo a casa, escondiéndose dentro de su cuerpo una criatura peligrosa. El joven Director Egor Abramenko establece en su film, un tono sensato y prudente, sin involucrarse en cuestiones políticas. Ambientado en la época de la Unión soviética, logra una excelente atmósfera en penumbras, que respeta e involucra al espectador. El vestuario, una fría paleta de colores y efectos especiales, son sus mejores cualidades. Posee un guion inteligente que revela poco a poco la información para mantenernos intrigados, respetando al público e involucrándolo en el relato, es de destacar la excelente construcción de personajes. Por otro lado, las interpretaciones son estupendas y creíbles, destacándose las de la protagonista (Oksana Akinshina) y el antagonista (Fedor Bondarchuk). Además de distinguirse por la banda sonora que acompaña muy bien las escenas. Quizás algunos detalles negativos, se relacionan con la dinámica del guion, algo apresurado en giros abruptos que puedan confundir al espectador, debido a la falta de profundidad en el desarrollo de ciertas secuencias. "Cinta debut rusa de Abramenko digna y sofisticada para la industria, recomendable y sofisticada, aunque algo predecible en una camuflada combinación de varias películas. Con menores debilidades, es un film recomendable para los fanáticos del género" Clasificación: 8/10 FICHA TÉCNICA: Título original: Sputnik Año: 2020 Duración: 113 min. País: Rusia Dirección: Egor Abramenko Guion: Oleg Malovichko, Andrei Zolotarev Música: Oleg Karpachev Fotografía: Maxim Zhukov Reparto: Oksana Akinshina, Fedor Bondarchuk, Pyotr Fyodorov, Anna Nazarova, Anton Vasilev, Vasiliy Zotov Productora: Art Pictures Studio, Fond kino, Hype Film, Vodorod 2011 (Distribuidora: IFC Midnight, XYZ Films) Género: Ciencia ficción. Terror. Thriller. Drama | Aventura espacial. Extraterrestres. Años 80
Sputnik: extraño pasajero fue una grata sorpresa. En comparación del otro estreno ruso de la semana pasada (que también tenía que ver con extraterrestres), esta es una obra maestra. Primero y principal, la vi en idioma original. Y si bien no hablo ruso, pude apreciar de manera certera la labor actoral, la cual es buena. Al igual que decía con el estreno anterior, esta producción tampoco escapa al legado (y los clichés) de Hollywood, pero lo sortea muy bien. Está bien narrada y crea tensión. Pero no estoy seguro si referirse a este film como una “película de terror” sea exacto porque más bien es un thriller de ciencia ficción con momentos de violencia. El alien está muy bien logrado y es fundamental para que la película funcione ya que el plot es muy simple y ya hemos visto historias similares. En definitiva, más allá del oportunismo del nombre, Sputnik es una buena alternativa para ver si gusta la ciencia ficción y tensionarse un poco.
El cine ruso viene pegando fuerte en nuestro país, ya que nuevamente uno de los estrenos en las pocas salas de cines abiertas, es de dicho origen. Hablamos de Sputnik: Extraño pasajero, dirigida por Egor Abramenko, y no señores, no esta relacionada con la vacuna contra el Covid, el título alude al programa sideral que lanzó tres naves homónimas al espacio, a fines de los años 50´y principios de los 60´. De todas maneras, esta cinta está ambientada en 1983 cuando dos astronautas soviéticos regresan a la Tierra (en un aterrizaje forzado) tras completar una misión, con una sorpresita a bordo. En paralelo se presenta a uno de los personajes principales, Tatyana (Oksana Akinshina), una psicóloga con una denuncia a cuestas por aplicar métodos pocos convencionales en sus pacientes. En medio de su cuestionamiento, la doctora es convocada por el oficial Semiradov (Fedor Bondarchuk) para formar parte de una investigación secreta. Claro que esta investigación está relacionada con Kostya (Pyotr Fyodorov), el único astronauta que sobrevivió a la misión. Tatyana, pronto averiguará que nada en ese centro de investigación, secreto y aislado, es lo que parece. Yendo al punto, Kostya trajo del espacio un parásito dentro suyo, que en determinadas horas sale de su cuerpo y es capaz de destruir a quién se le cruce. Aquí entran a jugar los intereses de cada quién, ya que el oficial quiere que Tatyana aprenda a conocerlo, a controlarlo, porque ve una futura y potencial arma; mientras que un experto doctor sueña con que el descubrimiento le abra paso a un Premio Nobel. Entre esta encrucijada y la enorme intriga por este fenómeno, Tatyana se relaciona con el joven astronauta, generándose así una relación tan simbionte como el parásito que tiene alojado en su organismo, que se alimenta tanto de sus culpas y decepciones, como de otras cosas tremendas que es mejor no spoilear. Si les recuerda a Alien, si, hay un cierto homenaje a esta gran película de ciencia ficción, pero Sputnik: Extraño pasajero se sabe reinventar y abordar varios géneros sin perder la coherencia narrativa. Podríamos decir que hay una primera parte de la cinta que hace foco en el descubrimiento gradual de este fenómeno del espacio exterior. Tratar de descifrarlo para ver como dominarlo, de esta manera la doctora se hace muy cercana a nuestro astronauta. Aquí narrativamente se maneja una gran tensión, la película oscila entre el thriller y el horror, envuelta también en cierta lógica de la Guerra Fría: los secretos y la manipulación política. Una narración que se maneja entre grande dosis de sustos ante el extrañamiento de la reacción de esta criatura extraterrestre; una impotencia guiada por el no saber cómo afrontar el problema, sumados ciertos cuestionamientos morales, para abrir paso al drama. En una segunda mitad, el dramatismo tiene más peso que el suspenso, como suele suceder en ciertas películas de terror coreanas (Dark Water, por ejemplo), solo que aquí no hay fantasmas. Aquí hay personas con problemas y angustias puramente emocionales, como no conocer a tu propio hijo o haber atravesado una infancia muy dura, que solo buscan un poco de paz. Es así que este simbionte cobra varios simbolismos, desde uno más terrenal y terrorífico, hasta el existencial. Ante todos los tópicos que presenta, la película funciona. Las actuaciones son acertadísimas, Oksana Akinshina es toda una heroína. Abramenko mantiene el atractivo en todo momento, lo suficiente para brindarnos toda una experiencia genuina y religiosa.
Un huésped indeseado Sputnik de origen y producción Rusa, es ante todo una prolija y ejemplar película del género de ciencia ficción mezclado con terror, todos los aspectos técnicos están muy cuidados y trabajados en todos los departamentos y áreas, la dirección de la fotografía nos sumerge en esa atmosfera oscura del ejército soviético y la URSS en pleno periodo de la guerra fría, en paralelo la ambientación sonora enfatiza más aún el género de suspenso sobrenatural, con un original score que a cualquier cinéfilo fan de soundtracks le gustaría tener y coleccionar. A nivel narrativo la película nos adentra en los interiores de una base militar y científica, donde un equipo especializado estudia y monitorea a un astronauta que sufrió un accidente espacial en el medio de una importante misión, sabemos de ante mano que algo turbio estilo conspiración Roswell se esconde en la investigación. La protagonista, Tatyana, una médica cuestionada por prácticas un tanto polémicas, es enviada a esta base militar para ayudar al astronauta en el proceso médico y de salud mental. La actriz rusa brinda una sólida interpretación para su personaje, con mucha frialdad, metodología, y un heroísmo que despierta al darse cuenta del horror sobrenatural que padece el astronauta, personaje que tampoco se descuida en su construcción dramática, con una historia paternal secundaria que potencia el drama y que se van plantando de a poco para ser un recurso de resolución y epílogo. La conexión con la entidad extraterrestre existente en la base militar se da con lentitud, hay una larga previa con escenas y secuencias científicas que exploran conceptos y teorías de simbiontes y parásitos. Tal vez el ritmo en estas escenas se estanca un poco, pero una vez establecida la amenaza alienígena, la película se torna más interesante de ver, el vfx de la extravagante criatura está muy bien hecho, hasta al más sensible puede darle ternura verlo desplazarse y actuar, excepto cuando despierta su lado Fatality y revienta cabezas y come vísceras humanas. Las escenas violentas, que mencionamos, no son tan gráficas, hay chorreadas de sangre, pero también se sugiere con fueras de campos sonoros y cortes con transiciones. Lo bueno de Sputnik es que no se queda meramente en lo fantástico del terror espacial, sino que se preocupa por generar esa empatía por los protagonistas, dotándolos de sensibilidad y humanidad, muy necesario para que nos sean personajes vacíos de sentimientos y objetivos. La película de Egor Abramenko logra ilustrar con sencillez cinematográfica y estilo de cine de espionaje, acompañado de la calidad de la fotografía y la dirección de arte, ese gris desesperanzador y solitario de la ex unión soviética, esa nostalgia retro como la que vimos en la excelente mini serie Chernobyl, con ese patriotismo de camaradas, con luces de alerta rojas, pasillos estrechos y claustrofóbicos, científicos y médicos deprimidos, soldados y generales fans y defensores de la causa por combatir y pelear con las mejores armas y estrategias militares, con el plus central de un mini Venom ruso introvertido y salvaje a la vez. *Review de Gonzalo Schiffer.
Pequeña rareza que mezcla varios subgéneros, y que al superar su primera etapa que posee muchas similitudes con Alien, el octavo pasajero, termina por construir un potente relato sobre la resiliencia, la capacidad de ser un “distinto” en una profesión, y cómo, de alguna manera, el control gubernamental tejió una infinidad de relatos asociados a la exploración espacial con un resultado desfavorable que fue escondido por años.