Era difícil encontrar una actriz cómica. Comediantes, incluso buenas, hay muchas, pero actrices comicas, la verdad, no. Pero tenemos a Melissa McCarty, por suerte. Spy es la historia de una mujer que trabaja en la CIA como analista y que tiene muy poco de heroína de acción. Por esas cosas medio absurdas de las tramas de espionaje y acción, es obligada a dejar la pantalla de su PC y transformarse en agente de campo, algo para lo que ser una señora obesa no ayuda demasiado. Primer gran acierto de McCarty: ya se ha burlado de su cuerpo y no concentra toda las posibilidades cómicas en eso. El asunto es reírse de ser mujer en un mundo de hombres, y para ello ayuda hasta la villana de la película (la gran Rose Byrne). Aquí hay acción y hay comicidad, pero también, como en las anteriores películas de Paul Feig -Damas en guerra y Chicas armadas y peligrosas, ambas también con McCarty- una mirada ecuánime y libre de prejuicios sobre las diferencias de género. Léase “género” tanto en el sentido sexual del término como en el cinematográfico: Spy nos dice que todo film de super acción es, también, una comedia. El elenco incluye a Jason Statham, que eso de que las piñas-patadas siempre tienen algo del clown y del circo lo sabe perfectamente bien. Por lo demás, Feig sabe cómo generar empatía con los personajes y cómo hacer para convertirlos en algo más que puros títeres al servicio del gag. Aire fresco en el cine.