"Sr. Link", aventuras alrededor del globo.
Laika, productora de films stop-motion, vuelve a demostrar una vez más la increíble labor artesanal llevada a cabo para dar vida a sus proyectos, algo que se evidencia desde el comienzo de su corta historia, hace diez años con Coraline y que vuelve a reafirmar y seguir creciendo con cada nueva producción, como ahora es el caso de Sr. Link. El film dirigido por Chris Butler ofrece pruebas de sobra de la calidad y el amor que se respira en cada cuadro que da forma y carácter a los personajes y sus historias; un arte inmenso que deslumbra y deja sin palabras, con el corazón en el lugar correcto en cada diseño, plano y movimiento que dan vida a la historia.
Ambientado a fines del siglo XIX, el film comienza con dos imágenes evocadoras. Una huella gigante perdida en la nieve que da paso a la marca de la pisada de un hombre en tierra firme. Estas imágenes, que se encuentran por separado y sobresalen por la diferencia entre la una y la otra, marcarán también los pasos del camino y unión de los personajes principales: el locuaz y un tanto egoísta Sir Lionel Frost (Hugh Jackman), un apasionado buscador de criaturas mitológicas que terminará ante el hallazgo del siglo, la existencia del eslabón perdido, mejor conocido como Sr. Link (Zack Galifianakis) o Susan para los amigos.
La enorme y peluda criatura, que a pesar de su bestialidad sabe hablar y escribir muy bien, recurre a Sir Lionel para formar una alianza. El hombre se compromete a llevarlo con los de su especie en el Himalaya para dejar de estar solo, a cambio de obtener pruebas de la existencia de Link para ganarse el respeto del círculo de paleontólogos. De esta manera, ambos personajes comienzan un largo viaje alrededor del globo para cumplir su cometido, encontrándose con amigos y enemigos en el camino, como la intrépida y aventurera Adelina (Zoe Zaldana) o el asesino a sueldo Willard Stenk (Timothy Olyphant), todo en una carrera en busca de amistad, entendimiento y respeto que tiene como obstáculos los esfuerzos de quienes representan al mal llamado mundo civilizado, que atentan contra el descubrimiento y los vientos de cambio.
Con ternura y mucha diversión, algo que tiene de sobra el film gracias a esa fantástica creación de pareja dispareja que brinda grandes dosis de humor físico, el film de Butler se arriesga a constantes cambios de eventos y escenarios, los cuales lo convierten en la gran aventura. Y no solo lo logra desde el elemento de entretenimiento, sino también gracias a la grandiosa construcción que se propone desarrollar y evolucionar en torno a la amistad de estos dos personajes, cada uno incomprendido a su modo. Casi de manera imperceptible, los lazos y el cariño que une el camino de Sir Lionel y Link se vuelven un elemento palpable dentro de la artesanía de la animación, una prueba más que suficiente de la existencia empática que nos une y comunica como sujetos.
De esta manera, lo que comenzaba con caminos separados marcados por dos tipos de pisadas, termina trazando un sendero recorrido por huellas diferentes que caminan a la par. Sr. Link resulta, entonces, un film entrañable que funciona como registro del gran espíritu aventurero: los estudios Laika dialogan acerca de lo que nos hace evolucionar como seres sujetos al cambio constante, a pequeña y gran escala —desde la búsqueda por saber de dónde procedemos hasta la transformación más personal nacida de los lazos y vínculos formados. De igual manera, es el propio estudio el que demuestra una evolución constante ante los ojos del espectador en sus diez años de historia. La misma nace de la dedicación y la pasión puesta en cada producción, y son las historias que llevan a la pantalla la prueba indiscutible de la grandeza y transformación que puede tomar en todas sus formas, y sobre todo en las manos de sus artistas. Hoy más que nunca, queda demostrada la evolución de Laika, un estudio que sigue creciendo.