Es una película chica y sentimental, que brilla porque su protagonista, Bill Murray, que sabe ponerse al servicio de un personaje riquísimo en matices, un excombatiente de Vietnam, asocial, proxeneta o amante de una prostituta rusa, se transforma en el menos pensado de los niñeros. Le impartirá al niño que cuida una educación de apuestas, golpes, carreras. Y sin embargo, de tantos seres dolientes nacerán vínculos impensados y auténticos. Con humor, melancolía e ironías. Una joyita para deleitarse