Murray potenciado por un niño, un gato y buen guión.
Se podría pensar que "St Vincent" es exclusivamente un festival de Bill Murray. Y si bien en parte lo es, lo cierto es que hay una buena serie de factores que ayudan a potenciar el talento del protagonista, empezando por un buen argumento sobre una historia original y, sobre todo, un elenco sólido muy bien dirigido.
En este último punto se incluye algo realmente difícil. La regla del legendario comediante W. C. Fields era que "nunca hay que actuar con niños ni animales" y Precisamente el tema central de "St Vincent" es la relación entre el personaje del título y un chico introvertido y solitario, hijo de una mujer que se acaba de mudar al lado de su casa en Brooklyn. Además, tiene un gato: Félix, que si bien se luce en varias situaciones, roba menos escenas que el chico.
El truco del film es presentar a un tipo impresentable y mala onda que sólo se relaciona con una prostituta rusa embarazada a la que siempre le debe parte de su paga, su barman con el que siempre termina peleando cuando se niega a venderle un enésimo trago más, y el prestamista que siempre encuentra a mano en el hipódromo, al que le debe más de lo razonable.
En principio, la llegada de sus nuevos vecinos, en una pésima mañana de resaca, sólo aumenta la pesadilla, especialmente por el accionar de unos fleteros muy poco profesionales. Pero en su estado de bancarrota general, los problemas horarios de su vecina que determinan que su hijo no tenga más remedio que apelar a la hospitalidad del vecino viejo y gruñón, le dan una nueva perspectiva al asunto. Por 12 dólares la hora, Vincent está al cuidado del pequeño Oliver, un chico al que pronto le enseña a defenderse de los bravucones del colegio católico que no lo reciben demasiado bien, a comportarse debidamente en el bar e, incluso, a apostar en el hipódromo, lo que termina por forjar un auténtico lazo entre estos seres dispares.
Hace décadas, Murray interpretó bastante antes y mejor que Johnny Depp- a Hunter Thompson en el film de culto "Where the buffalo roam", y este Vincent parece una especie de reelaboración de aquella actuación, obviamente más medida, porque la esencia del guión de este director debutante es tomar un personaje decidido a extremar su estilo de vida individualista y antisocial hasta el fin, y hacerlo interactuar con un chico que convierte en un ejemplo de vida en el acto de una escuela católica. Y es que justamente el chico es el que percibe las cualidades del tal San Vincent, que quienes lo conocían, de tanto darlas por sentado, casi olvidaron.
Ni hace falta decir que Bill Murray a su ciento por ciento es un gran motivo para ver esta película. Pero la verdad es que el chico Jaeden Liberher es un gran contrapunto para el ex Cazafantasmas. Y la rústica "dama de la noche" rusa personificada por Naomi Watts es otro gran aporte a esta mezcla de desmadre del cine indie con película familiar de las que hacían Cantinflas, Bing Crosby o Luis Sandrini.