VIVA LA VIEJA ESCUELA
Bill Murray es el encargado de encarnar al protagonista de este nuevo estreno. Vincent es un señor que aparenta una oscura vida pasada, que vive solo en su casa alejado de su familia, que no tiene un peso pero toma alcohol y que se encuentra de a ratos con una rubia “dama de la noche” alemana interpretada por Naomi Watts. A las dos caras les queda muy bien el maquillaje que tapa sus años. Una lástima que se note, porque Murray demuestra que todavía está bien vivo.
En el polo opuesto tenemos al pequeño Oliver (Jaeden Lieberher), el nuevo vecino que viene a irrumpir la rutina de este viejo. Él es un niño algo introvertido porque sus padres se separaron, que va a un colegio privado y que tiene toda una vida feliz por delante. A pesar de no aparecer como figura principal en cartel, él es el verdadero co-protagonista de esta historia.
Estos personajes, que son como el agua y el aceite, se entrelazan tras una extraña casualidad en la que el mayor termina convirtiéndose en la niñera del menor. A medida que se van conociendo, ambos experimentan un nuevo mundo en el que uno es el modelo de vida del otro, sobre todo Vincent del muchacho.
A pesar de tratarse de una comedia protagonizada por Bill Murray, la verdad es que la película no hace que uno estalle de risa, pero eso no significa que los personajes no se encuentren llenos de gracia. Uno simpatiza emocionalmente y quizás hasta sienta algo de afinidad con ellos, ya que se cuenta sobre dos estereotipos bastante marcados, los cuales obviamente harán sentir más identificados a los estadounidenses que a los del sur.
Importante destacar la participación del jovencito Lieberher. El pequeño y mimado adolescente hace su debut en la pantalla grande. Un nene simpático. En este momento tan solo tiene 106 seguidores en su cuenta oficial de Twitter (si quieren pueden seguir su cuenta @jaedenlieberher).
Y un párrafo aparte para Naomi Watts. Si bien tiene un papel secundario que no sirve más que para decorar al protagonista, realiza perfecta su tarea de ‘calentar’ un poco la pantalla, como bien supo demostrar a lo largo de su carrera en “Mullholand Dr.” o “21 gramos”, por ejemplo. En esta oportunidad, le toca representar a una exótica mujer desalineada, medio destruida y sin plata. Se nota que los años no vienen solos y que uno tiene que rebuscárselas para seguir trabajando y estar vigente.
Con “St. Vincent” llega una emocionante y agradable historia que seguramente convencerá a todos con su desenlace, el cual probablemente hasta haga derramar alguna lágrima en los más sensibles. La trama no tiene muchos giros inesperados ni gran cantidad de chistes inteligentes, pero la música y el trabajo actoral hacen olvidar esos pequeños defectos, por eso fue merecedora de su nominación en los Globos de Oro.
Hay muchos “Vincent” sueltos por el mundo, esta película seguramente llenará sus vacíos.